El cordón umbilical ha conectado durante nueve meses a mamá y a su pequeño. Ahora, una vez fuera del seno materno, el ombligo es el recuerdo de esa etapa y tras seccionar el cordón, durante algún tiempo, esta parte del cuerpo del bebé debe estar sometida a una serie de cuidados que evite complicaciones para la salud.
El muñón umbilical -así es conocido clínicamente- resulta en principio blanco y gelatinoso, si bien en pocos días se irá secando hasta adquirir un tono oscuro, casi negro. El pedazo de “tripilla” se caerá finalmente entre una y tres semanas después del corte.
En algunas ocasiones, la caída del cordón deja en los recién nacidos una herida que tardará en sanar una media de poco menos de quince días. Hasta ese momento, en que la cicatrización se haya completado, resulta de vital importancia una higiene correcta.
En principio cabe destacar que si el cordón no se desprende durante el primer mes de vida, resulta aconsejable visitar al pediatra para su valoración y, bajo ningún concepto, tirar del apéndice y forzar su caída que, de ese modo, podría ir precedida de una importante hemorragia.
Al margen de este dato, durante el periodo de secado del cordón umbilical, hemos de procurar que la zona esté siempre limpia y seca, colocando el pañal doblado por debajo del ombligo, para evitar que se ensucie con las heces o la orina.
El momento del baño resultará ideal para extremar la limpieza de la zona, si bien también resulta aconsejable tratar la base del muñón con alcohol para eliminar proliferación bacteriana. Debemos tener en cuenta que de producirse una infección, hemos de acudir al pediatra inmediatamente. Podemos detectar esta complicación por algunos signos fácilmente distinguibles: aparición de pus, fiebre, enrojecimiento de la zona y mal olor.
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