Es decir, el humo del tabaco puede que no produzca efectos evidentes a corto plazo pero sí a largo plazo. La tragedia se agrava en términos de salud cuando fuma tanto el padre como la madre del niño ya que en ese caso, se suman 3,3 años a la edad real de los vasos sanguíneos cuando los niños sean mayores.
Por supuesto, fumar delante de los niños también es dar un mal ejemplo a éstos que cuando sean mayores, pueden repetir un mismo patrón de comportamiento al haber visto como algo totalmente natural el tabaco desde temprana edad.
«Nuestro estudio muestra que la exposición al humo pasivo durante la infancia provoca un daño directo e irreversible a la estructura de las arterias. Los padres, o incluso quienes estén pensando en convertirse en padres, deben dejar de fumar. No sólo es beneficioso para ellos, sino que también protegerán la salud de sus hijos en el futuro», son palabras de Seana Gall que trabaja en el Instituto de Investigación Menzies, en Tasmania y ha participado en este proyecto.
Cada vez existe más información sobre los efectos negativos que produce el tabaco, por ello, también se debe utilizar el sentido común priorizando siempre la salud. Por ello, dejar de fumar es una excelente decisión.
Fuente – ABC Salud
Foto – Ella Hoy