Diferentes situaciones pueden dar a lugar, a que la paternidad se alargue a una edad, que algunos pueden pensar que es tardía, como puede ser después de cumplir los 40 años.
Las causas pueden ser diversas, como haber estado esperando una estabilidad económica, no haber encontrado la pareja ideal para ello, haber tenido algún tipo de problema físico que haya impedido que la mujer se quede embarazada, o tener un trabajo incompatible con la paternidad, entre otras muchas razones, pasando también por la posibilidad de que no sea sea buscado, y que el embarazo llegue por sorpresa.
A partir de los 35, la mujer reduce sus posibilidades de quedarse embarazada, ya que los óvulos comienzan a ser menos fértiles, y el hombre, a partir de los 40, verá disminuida la cantidad y calidad de espermatozoides. Por tanto, a esa edad, será más complicado el embarazo, aunque por supuesto, no imposible.
El “problema” que puede surgir, cuando los padres sobrepasan los 40, es que existirá una diferencia generacional importante entre padres e hijo. A mayor edad, más dificultades habrá para que se entiendan, especialmente cuando el niño/a alcance la adolescencia (en esto, como es lógico, será diferente si hay hermanos anteriores o si el bebé es primerizo).
Otro inconveniente, muy evidente, es que los padres que superan los 40, no tienen la misma vitalidad, ni la misma paciencia, que los de 26, y se cansarán antes, y será más fácil que pierdan los nervios (no necesariamente tiene que ser así, y habrá excepciones).
Y ahora una ventaja… la edad hace que las personas adquieran experiencia de la vida, que podrán transmitir a sus hijos. A esta edad, también los padres, por regla general, estarán más tranquilos y tendrán una mayor seguridad. Y siempre, cuanto mayor es la persona, más fácil resultará coger rutinas, y la rutina, como ya hemos dicho muchas veces, es algo que los niños necesitan.