Al igual que sucede con otras infecciones víricas que se manifiestan en la edad pediátrica (por ejemplo la rubeola o el sarampión), las personas que la han padecido quedan inmunes para toda su vida contra ese virus (en Europa, más de la mitad de los adultos son portadores de anticuerpos contra el parvovirus B19, es decir, fueron infectados una vez con el virus y están protegidos frente a una nueva infección).
La enfermedad afecta a niños en edad escolar y preescolar. Aproximadamente cada cinco años se dan brotes epidémicos en espacios reducidos: dentro de un grupo (por ejemplo, en guarderías, en la escuela) se producen varios casos al mismo tiempo.
El eritema infeccioso provoca síntomas catarrales leves, dolor de cabeza y dolor de articulaciones. El rojo intenso suele comenzar en la cara, extendiéndose, según pasan los días, al resto del cuerpo. La erupción suele adquirir un aspecto parcheado a medida que las manchas van aclarándose y tarda entre una y tres semanas en desaparecer.
Por lo general, desaparece tras diez o doce días y por sí solo. A veces puede no haber ningún síntoma, por lo que el megaloeritema puede pasar desapercibido.
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