El milagro de la vida se muestra en su máxima expresión en el rostro de un bebé recién nacido que en medio de su fragilidad tiene toda la fuerza del mundo. Pues bien, no dejes de sorprenderte y de admirarte cada día de tu pequeño para poder aprender de él muchas cosas esenciales para vivir en plenitud. Aquí tienes algunas ideas:
1) La llegada de un bebé puede enseñarte más que nunca a vivir el aquí y el ahora igual que hacen los niños durante sus primeros meses de vida. Viven marcados por las necesidades del momento: el sueño, el hambre, la sed… Y en base a dichas necesidades sólo buscan un deseo: poder satisfacerlas. Los adultos, por el contrario, a veces, descuidan todo aquello que tienen delante de sus ojos por pensar en el antes y en el después.
2) Contra todo egoísmo y vanidad, cuando tienes un niño descubres que te sientes mucho mejor contigo mismo cuando tienes a una persona que se convierte en una motivación para ti incluso en el plano laboral. Un hijo es una responsabilidad que atender, por ello, más allá de las quejas habituales que cualquier trabajador tiene respecto a su empresa, cuando sabe que tiene que mantener a un hijo hace mil esfuerzos y sacrificios con gusto.
3) El significado del amor se multiplica cuando se conoce el vínculo que tanto la madre como el padre establecen con su bebé. Es una forma de amor diferente que no tiene límites, ni siquiera, en la madurez. Es decir, una madre, a veces, sigue viendo a su hijo de cuarenta años como si fuese un bebé y se sigue preocupando por él.
Los niños muestran con su rutina diaria, que la vida es más sencilla de lo que la hacen los adultos y, por tanto, también más feliz.
Imagen: Planeta Mamá y Bebé