La evaluación del cráneo del bebé forma parte de exploración en general, y de la del sistema nervioso en particular. El pediatra observará su tamaño y forma y explorará las fontanelas, además lo palpará y auscultará y, por supuesto, realizará la medición de la circunferencia craneal, es decir, el llamado perímetro craneal.
El aspecto de la cabeza
Tamaño: al nacer, la cabeza del niño representa nada menos que el 25 por ciento del total de la longitud corporal. En el adulto esta proporción es la mitad, lo que explica que los niños aparenten tener la cabeza muy grande. El pediatra valorará el tamaño de la cabeza, y su proporción en relación al cuerpo, mediante el perímetro craneal. Una cabeza verdaderamente grande (sobre todo a expensas de una frente amplia) puede señalar algunos cuadros intracerebrales, como la hidrocefalia, que consiste en un aumento del líquido que circula por dentro del cerebro. Una cabeza excesivamente pequeña también puede indicar un posible problema en el desarrollo cerebral.
Forma: en ocasiones, existen formas anormales que pueden hacer sospechar al pediatra de la existencia de determinados cuadros, como un posible cierre precoz de las suturas de los huesos craneales, denominado craneosinostosis. Las suturas craneales permiten el crecimiento y desarrollo del cerebro, y su cierre precoz puede suponer un grave problema, por lo que siempre se debe consultar al pediatra cuando observamos una alteración de la forma de la cabeza del niño.
Pero también hay alteraciones de la forma, sobre todo en recién nacidos, que pueden ser normales y transitorias. Por ejemplo, el proceso del parto puede generar una deformación del cráneo, haciendo que la parte posterior aparezca estirada y la frente deprimida hacia atrás. Esto es lo que se denomina moldeamiento craneal, y suele desaparecer en unos siete días después del parto.
En otras ocasiones, los niños pueden presentar pequeñas tumoraciones en la cabeza que se corresponden con el edema del parto (edema por ventosa en el caso de que se haya aplicado esta técnica); o pequeños hematomas en los huesos del cráneo, también como consecuencia del parto, denominados cefalohematomas. Todos estos procesos son evaluados siempre por profesionales en el momento del parto y en las siguientes exploraciones.
Medición del perímetro craneal
Es una de las exploraciones básicas en los lactantes y se realiza en cada visita. Los resultados se van reflejando en una gráfica de evolución con el fin de valorar su correcto crecimiento.
Es importante ser preciso en la medición, por lo que los pediatras suelen utilizar cintas métricas no distensibles, y siempre con la misma técnica: por delante, la cinta se apoya sobre la parte media de la frente del niño; y por detrás, sobre la parte más prominente de la cabeza. La finalidad es medir el perímetro craneal máximo, y siempre utilizar esa medida como referencia. Lo ideal es que la medición se realice por el mismo profesional y utilizando la misma cinta métrica.
En los recién nacidos la medición es más difícil y suele conllevar errores, ya que el cráneo puede presentar inflamación, cúmulo de líquido o sangre bajo la piel y las suturas craneales pueden estar acabalgadas. Por eso es muy importante realizar un correcto seguimiento.
El cráneo y la cara
El aspecto del cráneo también es importante. El pediatra valora la piel, que tiene que estar íntegra y normal, así como el pelo, ya que algunas enfermedades genéticas presentan patrones alterados del cabello. También se evalúa la forma y la distribución de las venas superficiales, que deben tener un color azulado suave, y no estar dilatadas.
En la cara, el pediatra evalúa el tamaño, la disposición, la simetría y otros aspectos de los ojos, la nariz, los labios, los dientes y el paladar, ya que a veces pequeñas alteraciones de estos pueden estar relacionados con problemas en el sistema nervioso.
En ocasiones, durante las primeras horas de vida, el niño puede tener unas marcas en la cara, en caso de que para el parto haya sido necesario utilizar fórceps.
Las fontanelas
Se trata de unas separaciones normales que hay entre los huesos craneales. En el recién nacido suele haber dos: la anterior (en la parte superior de la frente) y la posterior (en la parte de atrás de la cabeza), aunque en algunos pocos casos es posible encontrar una tercera, situada entre estas.
Fontanela posterior: no siempre es palpable (normalmente se toca con la punta de un dedo), y es de un tamaño pequeño, siendo lo normal que se cierre completamente entre las seis y las ocho semanas de vida. No es raro encontrarla cerrada, o apenas palpable, al nacimiento.
Fontanela anterior: se suele palpar con mucha facilidad y el tamaño al nacer es de unos 2×2 centímetros. Con el tiempo se va reduciendo de tamaño, y se cierra sobre los 18 meses de vida, aunque no es raro que lo haga antes. En el caso de palparse demasiado pequeña o grande, el pediatra valorará las diferentes causas que pueden producir estas alteraciones de tamaño (como el cierre precoz de suturas, en el caso de ser pequeña). En otras ocasiones, la fontanela puede estar abombada, lo que puede ser normal en diferentes situaciones, como el llanto, pero también puede indicar un aumento de la presión cerebral, por lo que su correcta evaluación siempre corresponde al pediatra. Otras veces, puede que se palpe hundida, lo que puede poner sobre la pista de una deshidratación.
Suturas craneales
El pediatra comprueba que las líneas de unión de los huesos craneales, las denominadas suturas, son normales. En las primeras horas o días de vida puede existir un ligero acabalgamiento entre ellas como consecuencia del parto que poco a poco se va normalizando. En caso de encontrar anomalías, solicitará las pruebas o estudios adecuados.
Existen unas tablas de referencia para ir valorando la evolución del perímetro craneal, al igual que ocurre en el peso y la talla, y lo más habitual es que nuestro peque evolucione de la manera esperada. ¡Una cabecita para comérsela a besos!
Fotos | Benoit Champagne; christel caulet; Matthieu Luna;