Existen varios tipos de acoso que pueden sufrir los niños en el colegio: el físico (patadas, empujones…), el maltrato emocional (burlas), el social (ser rechazado, aislado…), el moral (poner en tela de juicio su dignidad como persona, decir de él que es alguien diferente de quién es en verdad), el ideológico (ser apartado por no pensar igual que el grupo), o incluso el sexual (burlas subidas de tono sobre su cuerpo, homofobia…).
No todas las formas de maltrato dejan herida evidente como el maltrato físico, pero no causan menos dolor; razón de más para que se tomen medidas urgentes.
Prototipo de niño propenso al sufrir bullying
Normalmente, la principal fuente del bullying escolar viene dada por cualquier característica física del niño que lo sufre. Aunque hoy en día prácticamente cualquier excusa es válida para acosar a un compañero de clase, lo más normal es que se trate de pequeños con sobrepeso, ya que resultan ser las víctimas más fáciles para aquellos chavales que quieren impresionar a sus amigos.
Aunque las características positivas también pueden suponer un blanco para ataques malintencionados, en estos casos cualquier motivo que comprometa la imagen del acosador supone una amenaza que tratará de eliminar.
En la clase se forman grupos en los que se trata de esconder los complejos de cada uno a base de reírse de los problemas del resto de los chicos. Una simple ortodoncia, por ejemplo, ya puede provocar un caso de acoso en la escuela por parte de los demás alumnos.
Errores comunes
Algunos padres cuando descubren que su hijo está siendo acosado por un compañero de clase optan por esperar a que la situación pase por sí sola o dicen frases como: “Págale con su misma moneda”, o “¡Yo le daré su merecido!” Pero un niño acosado no puede enfrentarse solo a su acosador ni al grupo que lo secunda.
También es un error insistir en la idea de quien ha sido acosado debe ser obligado a denunciar. Los niños acosados solo estarán preparados para hacer visible su problema cuando se sientan fuertes, para lo cual necesitarán ayuda de los padres, de los docentes, y en algunos casos también de un psicólogo, para que puedan despejar sus sentimientos de confusión, de rechazo, de inseguridad y de culpa por creer que son ellos los causantes de cuanto le ocurre.
Pistas de acoso
Algunos niños son hábiles en esconder sus sentimientos como una forma de protegerse de más agresiones y, por esa razón, los padres no descubren lo que pasa hasta que no perciben cambios muy evidentes en sus hijos.
Las siguientes señales te pueden dar pistas de que tu hijo está sufriendo acoso:
- Tiene moratones y/o heridas en el cuerpo.
- Llega frecuentemente con la ropa tironeada a casa.
- Comenta que le roban sus cosas o explica que pierde pertenencias.
- Deja de ver a los que decía que eran sus amigos y para muchas horas en casa solo.
- Manifiesta cambios temperamentales y de humor sin causa aparente.
- Evita salir solo de casa, no quiere hacer el trayecto hacia el colegio solo, abandona sin razón actividades que antes le gustaban.
- Siente angustia cuando se habla de la escuela, tiene problemas con el estudio, ha bajado las notas, o le cuesta concentrarse.
- Ha cambiado en los hábitos de dormir y de comer.
- Ha perdido interés en juegos y otras distracciones.
- Demuestra un abandono de su apariencia personal.
- Manifiesta cambios pronunciados en su personalidad.
- Llega tarde a casa (porque hace un camino más largo para no cruzarse con sus acosadores).
- Se pelea a menudo con vosotros porque está tenso, y os culpa de todo lo que le ocurre…
- Roba dinero u otros objetos en casa para llevarlos al colegio (para dárselos a su acosador).
- No habla de la escuela con vosotros; o reacciona negativamente ante cualquier asunto relacionado.
- Dice que otros le molestan, pero no da nombres por temor.
- Sufre el síndrome del domingo con dolores fuertes de estómago, de cabeza, de piernas…
¿Qué hacer?
La violencia sufrida es vivida por el niño como una experiencia que condiciona su comportamiento, su modo de ver la vida y que le produce altos niveles de estrés, pesadillas, y la sensación permanente de estar siendo amenazado, aunque hayan pasado varios años.
En ocasiones, estos síntomas, no hacen su aparición de inmediato, y pueden pasar años hasta que es diagnosticado si no ha recibido ayuda. Si bien la recuperación en niños y adolescentes no conlleva problemas adicionales, es importante trabajar desde que aparecen los primeros síntomas para que disminuya el trauma.
En cualquier caso, empieza por llevar a cabo cuestiones prácticas como:
- Incorpórale a otro grupo de amigos: no se trata de quitar importancia a lo que pasa, sino de que recupere un poco su identidad al ver que es aceptado cuando está con otros.
- Hazle ver que su vida es mucho más rica de lo que pasa en la escuela, y que tiene muchas más personas a su alrededores que le quieren y le valoran.
- Participa con él en actividades donde pueda conocer otra gente.
- Si debe seguir yendo al colegio, no dejes que haga el trayecto solo: puede ir con amigos de su barrio, que le acompañe un adulto, puede variar las rutas por las que pasa, o puedes pedir en el colegio que le permitan entrar y salir un poco más temprano o más tarde.
- Busca aliados contra el bullying, como otros padres, amigos o profesores a los que tu hijo pueda recurrir en caso de necesitarlo.
A modo de conclusión, os dejo una serie de consejos para padres de niños que sufren bullying o acoso:
- No te enfades con él porque creas que no ha sabido resolver la situación.
- Muéstrale lo bello que hay en su aspecto.
- Enséñale a repetirse mentalmente “soy una gran persona que merece respeto y amabilidad de los demás”.
- Demuéstrale que no tiene de qué avergonzarse.
- Si te habla de su acosador, hazle ver que él es quien realmente tiene problemas.
- Aségurale que no dirás a nadie lo que te cuente, y que no harás nada que previamente no te autorice.
- Demuéstrale que confías en él. Los padres son las personas más importantes que pueden contribuir en la recuperación del daño, en la restauración de las relaciones y del ambiente.
- Mantén la calma. No le hables de los acosadores si él no lo hace.
- Deja que exprese lo que ha vivido, aunque lo haga con rabia o llore. Cuanto más se exprese más rápido podrá sanar la herida. No quieras que se comporte como si no hubiera pasada nada porque él puede con todo.
- Promueve situaciones que compartir con tu hijo mediante las que se pueda expresar como el dibujo, la plástica o la música.
- Evita compararle con hermanos u otro niño que haya pasado por una situación familiar.
- No juzgues su conducta.
- No lo coloques indefinidamente en el lugar de la víctima, demuéstrale que él puede salir airoso de esto.
Fotos | Aislinn Ritchie; Twentyfour Students; Thomas Ricker;