Si tu hijo te recibe mal cuando vas a recogerle a la guardería o a casa de los abuelos, perteneces a un club de mamás o papás muy nutrido. La frustración por separación del niño desemboca en una actitud de reproche y protesta con la que te está echando en cara que le hayas dejado solo.
Para muchos progenitores el momento de separarse del niño resulta una auténtica tortura. Dejar a nuestros hijos en casa de los abuelos o en la guardería suele ser un momento traumático también para los padres. La actitud de muchos pequeñines al reencontrarse con nosotros tampoco ayuda.
Volver de nuestras obligaciones para recoger a nuestros hijos es uno de los momentos más felices para nosotros. Llegamos a la puerta donde nos espera nuestro pequeño con una enorme sonrisa y unas ganas irresistibles de comérnoslo a besos. Sin embargo, al ver la cara del niño, nuestra ilusión se viene abajo.
Nos recibe un niño serio, seco y malhumorado, que incluso se niega a mirarnos o a dirigirnos la palabra y ese hecho resulta muy doloroso para los padres. Sin embargo, esta rabieta de nuestro hijo también hemos de aprender a gestionarla.
En realidad debemos tener muy claro que al pequeño le encanta volver a vernos y que siente mucha alegría, pero ellos, a pesar de su edad, también saben utilizar sus emociones para demostrarnos que no les ha gustado nada que nos hayamos marchado sin él.
Aunque muchos niños montan un auténtico drama con este tema, lo cierto es que sólo es cuestión de tiempo. Así que tendremos que echar paciencia y utilizar todas nuestras armas para hacerle comprender que siempre vas a volver a por él.
Y es que ese es el auténtico miedo del niño. Cuando nos vamos a trabajar o realizar nuestras tareas y dejamos a nuestro hijo en la guarde o al cuidado de otras personas, el niño siente miedo al abandono. El temor a que no vuelvas a aparecer le produce una especie de ansiedad por separación y ese malestar lo transforma en protesta cuando vuelve a verte.
Es una forma de decirte que él quiere estar siempre contigo y que no comprende por qué no le has dejado allí. Además, el pequeño no puede ir a ninguna parte, se ve obligado a quedarse en ese lugar sin posibilidad de rebelarse… excepto de esa forma, con un recibimiento frío y enfurruñado.
La rabieta de nuestro hijo puede durar unos minutos o, en algunos casos, horas. Además se repetirá al día siguiente, cuando se vuelva a reproducir la situación. Sin embargo, no tienes que preocuparte. Como con casi todo con los pequeños, es cuestión de tiempo.
Con el paso de los días y al comprobar que siempre regresas para recogerle, el niño irá asimilando que no le estás abandonando. Además, comenzará a entablar relaciones con otros niños y disfrutará de la nueva situación. De este modo, casi sin que te des cuenta, llegará el momento en que llegues a recoger a tu hijo y lo veas correr hacia ti con una sonrisa de oreja a oreja.
Ese es el momento en que el niño ha comprendido que cuando desapareces no es para siempre y es la ocasión en que también aprende a disfrutar de su propia independencia. Ahora bien, ¿podemos hacer algo para acelerar ese proceso? La respuesta es afirmativa.
Cada vez que vayas a recoger a tu pequeño, muéstrate tranquila, ilusionada y alegre. Habla con él y dile que ya sabes que está enfadado porque tienes que dejarle en la guarde o en otro sitio y que eso no le gusta, pero haz hincapié en que siempre vuelves a buscarle.
Habla a tu hijo con dulzura y mimo, sin dejar de sonreírle e intenta entablar con él algún tipo de juego que haga que el niño olvide pronto la situación y canalice su atención hacia otro asunto más divertido, en el que podáis ser cómplices. De vez en cuando, aparecer con una ‘sorpresita’ también será una manera de incentivar el refuerzo positivo.
Fotos | Pierre Lognoul; Luis Marina