Se llama paladar hendido cuando el cielo de la boca aparece dividido con una abertura que irá entre la nariz y la boca. Al parecer este problema surge alrededor de entre la sexta y doceava semana de gestación. En ocasiones esto podría surgir por algo meramente genético, aunque no necesariamente siempre tiene que ser esta la causa.
Nada más nacer este defecto congénito saltará a la vista, y por tanto el diagnóstico se hará al momento. El tratamiento que el especialista ofrecerá será la cirugía, la cual se recomendará hacer cuanto antes, en los tres primeros años de vida del bebé, por regla general se hará durante los 9 y 12 meses. En casos graves es posible que incluso se tengan que realizar la intervención de varias veces.
El paladar hendido puede suponer un problema importante a la hora de alimentar a los bebés ya que el alimento podría pasar desde la boca a la nariz, por lo que será algo que habrá que tomarse con calma y para lo que también habrá que armarse de paciencia. Para facilitar ese momento se deberán tomar algunas medidas, como: mantenerlo en una posición elevada mientras succiona, hacer paradas frecuentes para que expulsen los gases (ya que estos bebés tragan mucho más aire mientras comen), y por último no alargar demasiado el tiempo que se le da al niño para comer, no excediendo la media hora, siempre será mejor ofrecerle el alimento más a menudo y que ingiera menos en cada toma.
Como consecuencia de haber nacido con el paladar hendido, se pondrían dar infecciones de oído más frecuentemente que cualquier otro niño sin este problema, y como consecuencia de esto si pierde algo de audición, también podría tener problemas a la hora de hablar y aprender.
Por último, hay que tener en cuenta que los bebés con este defecto deberán ser también vigilados por un odontólogo, para que compruebe que el desarrollo de su mandíbula, y la posición de los dientes es el adecuado.