Ya desde el útero materno, a partir del cuarto mes de gestación, los ruidos excesivos pueden provocar al bebé problemas de salud auditiva. Igualmente, en las unidades neonatales el control del ruido es prioritario para la salud de los prematuros. Y es que la audición de los bebés es más sensible e inmadura, y lo que a oídos del adulto puede parecer inofensivo, no pasa tan desapercibido para el bebé.
Así, como primera medida de prevención, en la mayoría de las maternidades españolas se realiza al recién nacido una prueba de audición para detectar posibles problemas. La hipoacusia suele ser uno de los más comunes.
La hipoacusia es un déficit auditivo, de una disminución de la percepción auditiva que puede afectar tanto a la adquisición del lenguaje del bebé, como a su desarrollo neuropsicológico global. Además de por factores genéticos, infecciones utrauterinas o enfermedades como la meningitis bacteriana o la ictericia grave, una de las causas que puede producir hipoacusia es la exposición prolongada al ruido y puede generar sordera aunque la presencia de la misma depende de la intensidad y el tiempo de exposición al ruido.
Por eso es muy importante detectar posibles deficiencias auditivas lo más precozmente posible, aunque es difícil diagnosticarlas en las primeras semanas de vida, ya que no se manifiestan de forma evidente. Sin embargo, gracias a unas pruebas que se realizan a todos los recién nacidos (cribado auditivo universal) se pueden descubrir.
Así, si fuera necesaria, se puede comenzar una rehabilitación auditiva que será más sencilla mientras más pequeño sea el niño. Los que empiezan su tratamiento entre los seis y 11 meses de edad desarrollan mejor el lenguaje y tienen mayor vocabulario.
Para detectar la hipoacusia, a los recién nacidos se les realiza una prueba denominada otoemisiones acústicas. Se trata de una exploración que no produce ninguna molestia al bebé y que consiste en estimular las células de la cóclea (órgano de la audición situado en el oído interno), mediante un aparato que emite un chasquido o un clic. Estas células, como respuesta al estímulo que reciben, generan pequeños sonidos, que recoge un minúsculo micrófono situado en el conducto auditivo del bebé. Con ello se informa de que la cóclea está funcionando y que el recién nacido oye normalmente.
Si el pequeño no supera la prueba en los primeros días de vida, no hay que alarmarse en exceso, eso no significa que sea sordo. Se le repetirá el test, y si se vuelven a conseguir resultados que no son óptimos, ya se requerirá una atención especializada del otorrinolaringólogo y otros estudios más precisos.