Aunque el bebé no tenga problemas de audición al nacer, éstos pueden aparecer en cualquier momento de su desarrollo. De hecho, tu hijo puede sufrir pérdidas de audición, de forma pasajera, por algo tan normal en la infancia como una infección de oído, que es la causa más común de la hipoacusia temporal en los niños.
Estas infecciones afectan principalmente al oído medio e interno; cuando el oído se llena de líquido, se impide que el sonido viaje a través de él, provocando dificultades para oír. Así, si nuestro hijo sufre una otitis, puede estar dificultando no sólo su audición, sino también su adecuado desarrollo del lenguaje.
En definitiva, durante todas las etapas de desarrollo de nuestro bebé debemos estar pendientes de su audición y buscar señales que confirmen que el pequeño está oyendo bien.
Cada niño puede mostrar distintos signos de que padece problemas auditivos, pero, por lo general, podemos sospechar cuando, a los cuatro meses de edad aproximadamente, el bebé no se interesa por identificar un determinado sonido, ni se gira para buscar el origen del mismo. También será indicativo de que puede haber algún problema que el pequeño no atienda cuando se le llama o que, alrededor del año de edad, aún no diga ninguna palabra simple como ‘mamá’.
¿Tiene solución? Prácticamente todas las sorderas tienen solución, aunque será en función del diagnóstico de cada una de ellas, pudiendo ir desde tan sólo una rehabilitación y estimulación del niño, hasta los implantes cocleares. Lo más importante es hacer un diagnóstico temprano antes de que el área del lenguaje y la audición estén completamente desarrolladas.
Así, en el caso de que los necesite, son muchos los dispositivos que pueden ayudar a nuestro hijo. Los audífonos (amplifican los sonidos) y los implantes cocleares (transforman las señales acústicas en señales eléctricas que estimulan el nervio auditivo) pueden utilizarse desde edades muy tempranas y conseguir que los niños no se sientan diferentes o inferiores a los demás pequeños.
Imagen: novaxove