Aunque es cierto que puede afectar a cualquier persona, los niños son los más susceptibles de sufrir un cuadro de deshidratación. ¿Los motivos? El porcentaje que representa el líquido en su peso corporal total: un promedio del 75 por ciento, y el hecho de que al estar en fase de crecimiento el desgaste es mayor y necesitan ingerir más líquidos y sales minerales.
La mejor forma de evitar una deshidratación es procurar que tanto los padres como los cuidadores de los niños se encarguen de ofrecer a menudo líquidos a los niños. Incluso antes de que comiencen a pedir agua, conviene dársela puesto que su sentido de la sed no se ha desarrollado lo suficiente y son reacios a beber. Es especialmente importante procurar que los niños se hidraten antes, durante y después de cualquier actividad o ejercicio físico.
Aprender a identificar los signos tempranos de la deshidratación permite actuar de inmediato y reducir los riesgos que ésta conlleva. Estos síntomas son:
- Sequedad en la boca.
- Pérdida de apetito.
- Disminución en la producción de orina.
- Sensación de mareo.
- Falta de elasticidad en la piel.
Los consejos que os queremos hacer llegar desde Bebé Feliz para mantener hidratados a los más pequeñines de la casa se resumen en tres puntos:
- Procurad que los niños ingieran el líquido suficiente para reponer la pérdida de líquidos y sales minerales, sobre todo en determinadas épocas y situaciones.
- Aseguraos de que se hidratan antes, durante y después de cualquier ejercicio o actividad física (aunque sea moderada).
- Recordad que los niños deben ingerir agua antes de sentir sed.
Imagen: h2o