En un hogar en el que los bebés aún no han llegado, es fácil encontrar animales domésticos a los que se les trata como a un niño y a los que se les colma de atenciones. Pero ¿qué ocurre cuando la noticia estalla y los futuros padres se enteran del embarazo?, ¿el animal se queda o, por el contrario, esa noticia es la excusa perfecta para no complicarse más la cabeza con la mascota y se opta por pasar “el problema” a otro?, y, por otro lado, ¿es recomendable que un bebé recién nacido esté cerca de un animal?, o ¿es recomendable que los niños crezcan con ellos?
Muchas son las preguntas que se podrían hacer cuando nos referimos a los animales de compañía (que por regla general suelen ser perros o gatos), y respuestas se encontrarán para todos los gustos, por lo que, una vez más, los padres deberán informarse y optar qué hacer en cada situación.
Los datos están ahí, y en ellos queda reflejado que la mayor causa de abandono de animales ocurre cuando la familia se entera de que van a tener un bebé. El mayor motivo de que esto ocurra es el miedo, por un lado miedo a que el perro o gato les transmita alguna enfermedad, miedo a que cuando el bebé gatee acabe con las manitas llenas de pelos que después se llevará a la boca, miedo a que la mascota pueda tener con el niño algún episodio agresivo, miedo a que el animal lama al pequeño… y otras tantas cuestiones que a los futuros padres se les pasará por la cabeza.
Hay que tener en cuenta, que tanto un perro como un gato que esté sano, limpio, y que tenga al día todas las vacunas y las desparasitaciones, no tiene por qué ser un riesgo para el bebé. Aunque habrá que, como es lógico, estar pendiente de sus reacciones, ya que en ocasiones podrían tener “celos” del niño.