Entre los 2 y los 4 años es frecuente escuchar en los niños aquello de “¡Eso es MÍO!“, un signo que de alguna forma se puede calificar como “egoísmo” es algo muy frecuente en esa época de los más pequeños. En muchas ocasiones, esto preocupará a los padres, sobre todo en los momentos en los que los hijos se encuentran con otros niños y no solo se niegan a compartir, sino que se reafirman en que todo es suyo.
No hay que dar mayor importancia a estos signos, ya que si se tratan a tiempo, terminarán desapareciendo de la misma forma que comenzaron. Por tanto, lo principal es ignorar esos momentos, aunque siempre teniendo presente que es algo que hay que corregir. Una buena forma de comenzar a hacerlo, es alabando de forma incluso exagerada sus momentos de generosidad, es decir, aplaudirle si en una situación concreta sale del niño el acto de compartir algo, por pequeño que sea. Por otro lado, no hay nada como practicar con el ejemplo, y hacerle ver esos detalles que los padres tienen con otras personas o con los propios hijos, ya que como ellos tienden a imitar, será una buena forma de hacerles ver cómo se debe actuar.
Un niño que siente amor en su entorno, es más frecuente que pase esta etapa más rápidamente, e igualmente lo harán así aquellos que están acostumbrados a estar en contacto con más niños. Más difícil lo tienen los hijos únicos, que como es lógico no se encuentran en la situación de tener que compartir sus juguetes o el afecto de sus padres con un hermano, de manera que habrá que potenciar el hecho de compartir con otros niños en el parque por ejemplo, e incluso con los adultos.
Ante todo, no se puede ser excesivamente duro con ellos, ni mucho menos reprocharles que son unos egoístas, sino que, habrá que afrontar la situación desde los comienzos pero con comprensión, cariño, y sin imposiciones, aunque siempre de forma firme.