Muchos son los padres que temen la hora de la comida. La falta de apetito es algo que preocupa a la gran mayoría, pero hay que tener en cuenta que es normal que el niño no tenga la misma hambre en cada etapa de su vida.
Cuando llegan esos momentos de inapetencia, es recomendable no forzar al niño a comer, ni hablar de ello delante de él para que vea que no se le da demasiada importancia a ello, de esta forma también evitaremos que no utilice esa táctica en el futuro tan solo para llamar la atención de los padres. En el caso de que sea una comida específica la que no le guste, se debería dejar de servir durante un tiempo, para después volverla a incluir en su dieta, de esta forma no la aborrecerá sino que posiblemente después de unas semanas sin probarla, el niño vuelva a aceptar ese plato sin mayor problema.
Un plato excesivamente lleno, también puede ser una de las causas de rechazo, por ello habrá que servir pequeñas cantidades, sobre todo en la época en la que niño no tiene demasiada hambre. Si come poco, se puede complementar la comida con leche o zumo que al ser líquido es probable que se lo termine tomando mejor.
Si no hay forma de hacerle comer nada, lo mejor será quitarle el plato, y no darle nada más hasta la próxima comida, evitando que pique en esas horas para que después tenga más hambre.
Como decíamos, es normal que el pequeño de la casa tenga temporadas en las que coma menos que otras, esto ocurre igualmente en los adultos y no se le da mayor importancia, obviamente siempre que sea durante periodos cortos, sino es así, lo mejor es consultar con el pediatra para ver si nos recomienda algún complejo vitamínico que pueda aumentar su apetito.