Comentábamos anteriormente que en muchas ocasiones el hecho de pasar al bebé de la habitación de los padres a la del niño, resulta más traumático para los padres que para los pequeños. El padre y la madre tienden a pensar que está mejor atendido estando cerca de ellos y muchos (dependiendo de la edad del bebé) aún sienten miedo porque pueda desencadenarse la muerte súbita del lactante.
Hay que dejar atrás todas esas ideas que no ayudan en nada, y hay que pensar que ese paso es algo importante tanto para los padres como para el niño. Por un lado, los adultos podrán volver a dormir más tranquilos al no despertarse cada vez que el hijo hace algún ruidito dormido, se da la vuelta en la cuna o simplemente succiona el chupete, y ni que decir tiene que podrán volver a conseguir esa intimidad que toda pareja necesita. El niño por su parte, también se verá recompensado, descansará mejor al no despertarse con el mínimo ruido que hacen los padres, y comenzarán a hacerse independientes… si papá o mamá no está ahí justo cuando reclama el chupete, lo más probable es que sea él mismo el que, poco a poco, se acostumbre a buscarlo y colocárselo en la boca (si el bebé está acostumbrado a usarlo frecuentemente, se le pueden colocar varios chupetes al rededor de la cuna para que les resulte más fácil encontrar uno de ellos).
Un elemento que en muchos casos no debe faltar en la habitación de los bebés o de los niños más mayorcitos es una lamparita de luz, este simple detalle puede marcar la diferencia entre que los pequeños quieran dormir en su cuarto o no. La oscuridad es algo que muchos niños no toleran, por lo que no estará de más probar con dejarles puesta una lucecita en el caso de que los padres vean que resulta imposible dejarlos durmiendo en su propia habitación.
Foto obtenida de: life123.com.