Nos sorprendería saber cuántos niños se ven afectados porque al despertar la cama está mojada. El sentimiento que les envarga suele ser una mezcla de sorpresa, pudor, culpabilidad y temor ante nuestra posible reacción y lo primero que deberemos tener en cuenta es que el pequeño es quien realmente está padeciendo el problema y que necesita de todo nuestro apoyo para superarlo.
Cuando la cama está mojada y lo consultamos con un especialista obtenemos un nombre que, en principio, no debe asustarnos. El diagnóstico será enuresis que, traducido al cristiano, significa que el niño se hace pipí encima. Hasta el momento, nada con qué hacer un drama.
Aproximadamente un 10% de la población infantil entre los 4 y 15 años mojan la cama en algún momento. Ahora bien, todo parecerá más fácil si os contamos que casi el 70% de los niños dejan de hacerlo en torno a los 7 años. No obstante, para evaluar el problemilla en su contexto resulta positivo conocer cómo se llega a producir el control de la micción.
Todos los niños nacen con micción espontánea. Eso quiere decir que los bebés orinan por impulsos de la médula que, a través de un proceso natural, relajan el esfínter cuando la vejiga está llena. El control de ese esfínter será un procedimiento que el bebé deberá aprender y que no estará plenamente controlado hasta más o menos el cuarto año de vida.
Si a partir de los 4 ó 5 años, el pequeño mantiene micciones involuntarias con frecuencia -diurnas, nocturnas o mixtas- será cuando empezaremos a tratar de evaluar el origen de su enuresis. Si bien no debemos olvidar que esta fase del control fisiológico resulta una de las más complicadas y que completan el proceso de maduración del niño.