En la actualidad no hay cura para el daltonismo, pero se puede convivir con él sin problemas. Se nace siendo daltónico, con lo que toda persona, desde pequeña, aprende sus trucos para evitar equivocarse en la identificación de los colores.
De hecho, muchos niños daltónicos ni siquiera son conscientes de su incapacidad, conviven con esta condición prácticamente sin darse cuenta durante toda la infancia. Pero lo que realmente resulta grave es que, a veces, ni los padres ni la sociedad la reconocen como anomalía.
Sin embargo, el daltonismo puede provocar que los pequeños tengan problemas en el desarrollo escolar, ya que prácticamente todos los libros hacen uso de los colores como método de enseñanza. Por suerta ya hay editoriales conscientes de esta problemática y diseñan sus libros de texto sin que supongan una barrera para los niños daltónicos. Los colores siempre pueden sustituirse por formas, patrones, textos o iconos que pueden reconocer sin inconveniente todos los niños con daltonismo.
Dejando de lado el ámbito escolar y centrándonos en el día a día de estos niños, también pueden presentárseles problemas para distinguir una fruta madura de una entera (se suelen guiar por el tacto para identificarlas), reconocer una flor roja en un jardín, vestirse de forma conjuntada o complicarse con las líneas de metro de una ciudad grande (que a pesar de estar numeradas se distinguen mayoritariamente por colores). Otra temática a tener en cuenta es el del código de la circulación vial, puesto que está repleto de colores y formas que implican un significado y generan bastante dificultad para un daltónico. Pero la gente daltónica aprende a solventar estas dificultades centrándose en otros detalles, como por ejemplo fijarse en la posición de las luces.
A pesar de estas complicaciones y muchas más que ahora mismo no se nos vienen a la cabeza, toda persona daltónica es capaz de llevar una vida completamente normal.
Imagen: alokate
La vida de color daltónico I – La vida de color daltónico II
Fuente: ihppediatria