La enfermedad conocida como Boca-Mano-Pie consiste en un exantema (erupción cutánea) que, como su nombre indica, aparece en las manos, los pies y la boca de los niños. Está causado por un virus de la familia de los enterovirus, siendo el más frecuente el virus Coxsackie A 16. Éste campea a sus anchas en verano y a comienzos de otoño, cuando tiene lugar la vuelta al cole.
Es una enfermedad leve, pero molesta, y su contagio se produce persona a persona por contacto con saliva, con secreciones nasales o con heces. Pero no se transmite a través de las mascotas ni de los utensilios que compartan los niños, a no ser que estén manchados con secreciones muy recientes. La etapa más contagiosa es los primeros cinco o seis días y, en caso de transmisión, probablemente el contagiado no desarrollará el brote hasta pasados tres o cuatro días, porque su periodo de incubación oscila entre tres y una semana.
Se caracteriza por causar fiebre, dolor de cabeza, pérdida de apetito, dolor de garganta, ampollas pequeñas en las manos, los pies y, a veces, en el área del pañal (que pueden ser dolorosas si se presionan), y úlceras en la garganta (incluyendo las amígdalas), la boca y la lengua.
Para tratar esta enfermedad está contraindicado el uso de antibióticos y tampoco se ha desarrollado actualmente una vacuna para poder prevenirla. Por lo tanto, aunque no existe ningún tratamiento eficaz, de lo que sí podemos ocuparnos es de los síntomas.
Principalmente hay que centrarse en las lesiones de la boca, ya que pueden escocer. De ahí que sean de bastante utilidad los enjuagues bucales o colutorios y ciertos calmantes locales. Además, se deben evitar los alimentos excesivamente salados, calientes, ácidos o picantes. También suele resultar bien tomar alimentos fríos (por ejemplo, la leche o los batidos), porque calman un poco el dolor y el escozor de las aftas bucales; lo mismo que el yogur suave y la gelatina. Es muy socorrido y nutritivo el batido casero de leche con una yema de huevo (sin clara) con azúcar o cacao. Por el contrario, no son adecuados los zumos ácidos.
Normalmente es raro que se den complicaciones destacables, pero se puede producir deshidratación (si el niño no come ni bebe, o está muy abrigado) y convulsiones febriles. Para ello nada mejor que mantener un buen aporte de líquidos refrescantes, ropa ligera, así como paracetamol o ibuprofeno, si es preciso, porque el paciente esté molesto o febril.
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