Para saber interpretar la conducta de un bebé y sus necesidades es preciso conocer previamente su temperamento. El temperamento es una combinación de rasgos heredados de los padres que va a influir en las reacciones emocionales, en la presencia del llanto y sus características e incluso en sus ciclos de actividad y sueño.
Hay cuatro temperamento básicos: sanguíneo, colérico, melancólico y flemático.
Una sencilla prueba para descubrir en qué tipo se puede encuadrar nuestro bebé (en lactantes a partir de tres meses), consiste en la estimulación sensorio-motriz cutánea en las axilas o en la parte torácico-abdominal; es decir, hacerle cosquillas. Su respuesta nos va a dar una idea del grado de reacción ante el medio.
Los bebés del tipo sanguíneo y colérico (los que normalmente causan más noches de insomnio a sus cuidadores), responderán con sonrisas y aspavientos. Los más tranquilos o menos reactivos a las cosquillas son los flemáticos. Y, si la apariencia del pequeño es un tono basal (energía) alo bajo, decimos que tiene un temperamento melancólico (estos bebés probablemente necesiten en el futuro de mayor sobreprotección y mimos).
Estudiando la expresión de la cara del lactante (de entre tres y doce meses) se han llegado a objetivar hasta seis tipos de emociones: alegría, tristeza, miedo, enfado, sorpresa y asco. Además, es importante resaltar que bastantes de estas emociones se acompañan de un tipo de llanto especial (patrón sonoro). Este patrón acústico que recoge y analiza el tono, la intensidad, el timbre y las pausas del llanto, así como las horas del día en que se produce y cómo se consuela, permite averiguar la causa que lo ha generado.
Los gestos y expresiones del bebé sirven para reclamar la atención en condiciones normales, pero también avisan de la existencia de ciertos trastornos y dolencias. Si nuestro bebé está más inquieto de lo normal, para poder saber si realmente le pasa algo, hay que vigilar:
- Los caracteres del llanto.
- La expresión de la cara y de los ojos.
- La postura corporal.
- La temperatura y el color de la piel.
- La movilidad.
- El momento del día o de la noche en que aparece cada reclamo.
- La relación de sus actos con las comidas, es decir, si se queja antes, después o durante las mismas.
- El aspecto y el volumen de las heces y la orina.
- Síntomas como diarrea, tos, vómitos, náuseas…
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