Estas nuevas situaciones, que a los adultos nos parecen cada día más cercanas o conocidas, no son tarea fácil para los pequeños que, en un corto periodo de tiempo, se pueden encontrar con un hermano de dos, tres, cuatro… o más años, de repente.
Los miedos, situaciones o preguntas de los niños no deben dejarse desatendidos. Ellos también forman parte de la familia y así tienen que percibirlo.
La convivencia va a crear muchos vínculos en estas circunstancias, pero hay que aprender a manejar las desavenencias y los problemas con los límites que pueden surgir. Poco a poco, día a día.
Los vínculos que se establecen en estas circunstancias no se pueden imponer, ni tampoco esperar a que funcionen por sí mismos. Normalmente, se van consolidando a lo largo del tiempo, pero, dada la naturaleza de la situación, necesitan un margen de adaptación. Más aún si tenemos en cuenta que se modifica no sólo la estructura familiar, sino también los espacios a compartir.
Resulta fundamental establecer estrategias para que las nuevas situaciones sean asimiladas de la mejor manera posible por los más pequeños de la casa. La estrategia más recomendable es la que se basa en la flexibilidad y la empatía. Si comprendemos la situación de los pequeños nos podemos poner mejor en su lugar, si les escuchamos y atendemos sus pensamientos y preocupaciones podemos hacernos cargo mejor de sus emociones y necesidades.
Es, por lo tanto, importante explicar la situación a los niños, darles libertad y tiempo, así como atender a sus espacios vitales.
La tan ansiada armonía familiar es posible si atendemos a algunos aspectos básicos.
Las expectativas deben ser reales y flexibles: no podemos tener la certeza, por muy bien que lo hagamos, de un éxito rotundo y, menos áun, debemos esperar que sea un éxito rápido. Se puede llegar a un entendimiento y una armonía familiar siempre que prestemos atención, con inteligencia, a los afectos de los hijos. No nos olvidemos que estamos hablando de lo que sienten. Para entenderlo necesitamos conocerles y, para ello, no hay nada mejor que escucharles.
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