La sociedad actual ha avanzado mucho en la comprensión, el respeto, la igualdad y la diversidad de género. Sin embargo, aún queda mucho camino por hacer. Y nosotros, los padres, tenemos la tarea de mostrar valores coherentes y tolerantes a nuestros pequeños.
Los niños van a reproducir todo lo que captan por sus sentidos. Son como una esponja, siempre dispuestos a absorber cuanto sucede a su alrededor. El mundo de los adultos les atrae y cuanto hagamos y digamos tendrá sus consecuencias en la mentalidad del niño.
A la hora de adoptar un rol imitarán a los adultos que ven en sus hogares, en la calle, en el colegio… De la misma manera acabarán asociando y reproduciendo los valores que esos roles representan. Por esa razón resulta de vital importancia que brindemos a nuestros hijos la posibilidad de desarrollar una relación sana e igualitaria entre géneros.
Una parte primordial de la infancia la pasan imitando esos modelos de relación con sus propios juguetes y esos objetos también deben seguir el curso de la educación de los pequeños. En este sentido debemos comprender que los juguetes no tienen sexo. No existen juguetes ni juegos de niñas o juguetes y juegos de niños. Los juguetes y juegos son universales y cualquiera, independientemente de cualquier condición, puede hacer uso de ellos.
Eso no significa que ahora debamos invertir la moneda y hacer que los niños jueguen con cocinitas y las niñas con balones. Pero sí que deberemos entender que en el cajón desastre de los pequeños y pequeñas deberá existir todo tipo de juguetes, sin que nosotros les asignemos propietarios por sexo.
Es una tarea de los papás y mamás entender que no existen objetos “de niños” o “de niñas”. Esa distinción la hemos inventado los adultos y hemos de aprender nosotros mismos que todo puede ser usado por cualquiera de los dos sexos indistintamente. Esa resulta una buena manera de remozar las sociedades y renovarlas para que exista una relación de armonía entre los sexos.
A la hora de elegir juguetes, como en cualquier parcela del desarrollo y la educación de los bebés, debemos aceptar que la mujer actual también trabaja fuera de casa y que muchos hombres dan de comer a sus hijos y les cambian los pañales y, por supuesto, que el concepto de familia se aleja del tradicional. Sólo así permitiremos que nuestros hijos crezcan en un mundo real y transformen la sociedad hacia un mundo más igualitario.