Hay muchos indicios que pueden estar avisándote de que tu hijo es víctima de un compañero de clase de forma reiterada. Algunos niños son, incluso sufriendo acoso durante mucho tiempo, hábiles en esconder sus sentimientos como una forma de protegerse de más agresiones y, por eso, los padres no descubren lo que pasa hasta que no perciben cambios muy evidentes en sus hijos. Observa si:
- Tiene moratones y/o lastimaduras en el cuerpo o frecuentemente llega con la ropa tironeada a casa.
- Comenta que le roban sus cosas o cada día explica que pierde pertenencias o comprar mucho material nuevo.
- Deja de ver a los que decía que eran sus amigos y pasa muchas horas en casa solo.
- Manifiesta cambios temperamentales y de humor sin causa aparente o cambios pronunciados en su personalidad.
- Evita salir solo de casa, no quiere hacer el trayecto hacia el colegio solo o abandona sin razón actividades que antes le gustaban.
- Manifiesta angustia cuando se habla de la escuela, tiene problemas con el estudio, ha bajado las notas, o le cuesta concentrarse.
- Ha cambiado en los hábitos de dormir y de comer y demuestra abandono respecto a su apariencia personal.
- Muestra retraimiento de sus actividades habituales o ha perdido interés en juegos, pasatiempos y otras distracciones.
- Llega tarde a casa (puede hacer una ruta más larga para no cruzarse con sus acosadores).
- Se pelea con vosotros a menudo porque está tenso, y os culpa de todo lo que le ocurre…
- Roba dinero y otros objetos en casa para llevarlos al colegio (para dárselos a su acosador).
- No habla de la escuela con vosotros; o reacciona negativamente ante cualquier asunto relacionado con sus amigos o la escuela.
- Dice que otros le molestan, pero no da nombres por temor.
- Sufre el síndrome del domingo con dolores de estómago, de cabeza, de piernas… Y dice: “tal vez mañana no pueda ir al colegio”.
Si crees que en el colegio de tu hijo puede haber situaciones de acoso e intimidación, prepárale. Este será su botiquín de emergencia:
- Para enfrentarse a un acosador o “bully”, lo mejor es ignorarlo como si no existiera. Hay que intentar pasar por su lado sin mirarlo. Si él habla al niño pero no le toca, que siga adelante. Si le toca, enseña al niño a que le diga seriamente que no lo haga.
- Pídele al niño que no llore, no se enfade ni muestre que le afecta. Un acosador siempre desea que su víctima reaccione mal. Aunque se sienta verdaderamente herido, que no deje que se note.
- Aconséjale que, si puede, convierta alguno de los comentarios del “bully” en un chiste. Por ejemplo, si le dice “¡qué ropa tan ridícula llevas!”; él puede responderle: “¡Gracias! Me alegra que te hayas dado cuenta”. A veces, un simple “?Y, a mi qué?”, con indiferencia tiene más poder en un acosador que un acto violento.
- Aclárale que alejarse de la situación no es de cobardes. Será bueno que busque un sitio donde haya un adulto y se quede allí.
- Enséñale que si le molesta un acosador debe hablar con un adulto. Eso no es “acusar o chivarse”, es pedir ayudar cuando de verdad la necesita.
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