Los adultos sabemos demasiado bien lo que supone tener un buen sentimiento de autoestima para que nuestro estado general de ánimo y nuestros proyectos de vida se desarrollen con toda normalidad y gocemos de los placeres más sencillos. En este sentido volveré a usar una frase que no me cansaré de repetir: Los niños sienten y padecen igual que los adultos.
Una vez asimilada la premisa anterior, que debemos tener meridianamente clara, reforzar la autoestima de nuestros hijos tendrá poderosas y positivas consecuencias en su desarrollo, su aprendizaje y su crecimiento. Se trata de una de las competencias más grandes para las que deben estar preparados los progenitores.
Nutrir la autoestima de nuestro hijo va a darle la oportunidad de fomentar la confianza que el pequeño tiene en sí mismo, un factor clave para su sociabilización, de manera que se sienta aceptado por su entorno y que sus actuaciones son importantes.
Sin embargo no todas las técnicas resultan válidas para ayudar a nuestros hijos y a veces, en nuestro empeño por auxiliarles, acabamos consiguiendo el efecto contrario. Un ejemplo de ello sería el uso de frases tan rotundas como “eres el mejor de la clase” o “eres la mejor jugadora”. Esas aseveraciones, que en principio pueden parecer positivas, acabarán por “acosar” a unos muchachos que ven que no pueden competir por estar a la altura.
Por ello, resulta mucho más útil a la personalidad del niño el refuerzo positivo que supone valorarle tal y como es y no como al mejor. Los pequeños son chiquitos pero no tontos y a cierta edad entienden que existen otras personas más capaces y cuál es su lugar en la escala competitiva. Es por ello que aceptarles tal y como son les ayudará a valorarse a sí mismos.
Como padres y educadores debemos tener clara la diferencia entre el elogio y el apoyo. Un elogio puede que sólo sirva para que el niño se sienta bien si hace algo a la perfección. Con el apoyo, en cambio, lo que reconocemos es el esfuerzo que nuestro hijo está realizando, con independencia del resultado.
En la tarea de reforzar la autoestima de nuestros niños, resulta de vital importancia que como padres sepáis dosificar las alabanzas y que las otorguéis de forma justificada y juiciosa. Sin embargo, el apoyo debe ser ofrecido sin límites.
[…] La autoestima es un pilar fundamental desde la más tierna infancia. Por ello, es esencial aprender a alimentar la imagen que el niño va construyendo de sí mismo a través de las palabras de afecto, las muestras de aprecio como un abrazo, la alegría y la ilusión. Aquellos padres que constantemente corrigen a sus hijos cometen el error de hacer sentir al niño culpable por ser como es. Y lo que es peor, este nivel de exigencia lejos de ser una fuente de motivación se convierte en una fuente de frustración. Piénsalo en primera persona: ¿Cómo te sentirías si tu jefe, por ejemplo, todos los días te dijera todo lo que haces mal y nunca te premiara por tu esfuerzo? […]