El tratamiento de un niño con gastroenteritis y con manifestaciones sintomáticas como vómitos y diarrea se basa en la administración de soluciones hiposódicas de rehidratación oral, en no suspender la lactancia materna (si el niño es lactante) o en realizar un dieta astringente y en no medicar si no es necesario.
Hidratación
Una vez que ha comenzado la gastroenteritis, lo primero que hay que hacer es evitar, a toda costa, que se produzca una deshidratación provocada por la pérdida de líquido con los vómitos y la diarrea. Para ello, hay que reponer el agua, la glucosa y los electrolitos que se van perdiendo; esto se hace mediante la administración de soluciones de rehidratación oral, que podemos tener en casa y que son unos preparados que se venden en farmacias que se toman por vía oral y que se presentan en forma de tetrabrik o en sobre. Algunos tienen sabor a leche, a fresa, a limón, a naranja o a mango y otros tienen un sabor neutro.
Esta terapia, diseñada hace casi 30 años por la Organización Mundial de la Salud y UNICEF es la forma más segura, eficaz y rentable de prevención y tratamiento de las alteraciones hidroelectrolíticas en la gastroenteritis aguda.
Según la edad del niño, estas soluciones se le administrarán con cuchara, en vaso, en el biberón o, incluso, mediante jeringas.
Se administrarán pequeñas cantidades, por ejemplo, unos 5-10 centímetros cúbicos cada 5-10 minutos durante un periodo de 3-4 horas, aumentando o espaciando según la tolerancia al preparado. El volumen total de líquidos a administrar está entre 50 y 100 centímetros cúbicos por kilo al día.
Recientemente, también, se están comercializando otros productos para hidratación con forma y sabor a gelatina, la cual, una vez digerida, aporta agua, glucosa y electrolitos.
En la terapia de hidratación, se debe evitar la administración de bebidas isotónicas para deportistas, refrescos, zumos de frutas y bebidas de tipo cola, al igual que la conocida limonada alcalina.
Imagen: desktopocean