Cuando llega el buen tiempo, es habitual oír aquello de que hay que proteger muy bien a los niños del sol, esto es aplicable a todos al estar demostrado que las largas exposiciones a sus rayos son peligrosos. Pero es especialmente importante en los bebés ya que es mucho menor su capacidad de sintetizar melanina (pigmento protector que el organismo produce cuando nos ponemos al sol), por lo que resulta mucho más fácil que sufran las temidas quemaduras solares.
Las horas más problemáticas suelen ser las comprendidas entre las 11h y las 16h, por lo que siempre se intentará evitar que el niño esté expuesto en ese horario. Y siempre que vaya a estar al sol, sea la hora que sea, se le habrá puesto previamente crema solar de protección alta (el número dependerá del tipo de piel, la edad, e incluso el sitio en el que se encuentre… aunque siempre será mejor no quedarse corto).
Pese a la crema solar, y siempre que sea posible, se mantendrá al niño a la sombra, hay veces que es irremediable, pero muchas otras podrá hacerse, por ejemplo, si estamos en la playa y el niño está jugando con la arena, se puede optar por utilizar una sombrilla para evitar la exposición directa. Otras cosas que no le deben faltar, es una gorra y una botella de agua para que esté continuamente hidratado.
Aunque el mayor peligro lo tienen los bebés menores de 6 meses, hasta los 3 años de edad habrá que tener un cuidado muy especial con ellos, ya que su piel es muy delicada y no está preparada para soportar los rayos del sol.
El mejor remedio como decíamos, siempre será mantenerlos a la sombra, pero ¡ojo!, no porque los tengamos en un sitio en el que no les dé el sol directamente, tenemos que dejar de utilizar la crema solar, ya que podrían sufrir quemaduras igualmente.
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