Una de las zonas más sensibles durante el parto es, sin lugar a dudas, el periné; nos referimos al espacio que existe entre el ano y la vagina. Como ya sabréis muchas de vosotras, está zona está particularmente sometida a una presión suprema durante el alumbramiento.
Es por esta razón por la cual esa región de nuestro cuerpo es la que suele acabar más perjudicada tras pasar por el paritorio, tanto por desgarros como por la práctica de una episiotomía.
Sin embargo, al igual que con tantas otras cosas, vamos a intentar abordar el tema para mitigar lo máximo posible este tipo de complicaciones y sus molestias. Para ello nada mejor que familiarizarnos con unas técnicas que, posteriormente, podréis consultar con vuestro ginecólogo o matronas. Por supuesto también es una práctica sobre la que podéis informaros a través de las clases de preparación al parto.
Se trata de los masajes para el periné o masaje perineal, que podremos iniciar unas seis u ocho semanas antes del nacimiento y así conseguiremos minimizar el riesgo de desgarro o incluso la incisión quirúrgica para facilitar la salida del bebé.
La finalidad directa del masaje es conseguir mayor grado de elasticidad en la zona, permitiendo que la piel del perineo pueda llegar a estirarse más de lo acostumbrado y así facilitar la expulsión del bebé.
Los masajes para el periné puede ser autopracticados por la propia embarazada o bien permitir que sea la pareja quien colabore en esta acción. En ambos casos resulta de supina importancia la higiene previa de las manos que van a manipular la zona.
El procedimiento es muy simple y apenas supone unos diez minutos diarios. La futura mamá deberá adoptar una postura cómoda que permita el acceso a esta zona, sobre todo si lo va a hacer ella sola. Una vez lista resulta más agradable si se lubrica el periné con aceite o lubricante a base de agua.
El masaje debe ser suave pero firme. Para ello introduciremos los dedos hasta la primera falange y empezaremos a presionar las paredes hacia los lados y hacia abajo, procurando estirar la piel de la zona. Sentiremos incomodidad e incluso un poco de hormigueo. En ese momento el estímulo debe ser suave y continuado hasta que la sensación de hormigueo vaya desapareciendo. Una vez conseguido deberemos proseguir con el masaje, ahora sobre la parte inferior de vagina y de atrás hacia delante.
También es conveniente simular, con mucha suavidad y poco poco, la acción que ejerce la cabeza del bebé a su salida. Con el paso de los días la zona adquirirá mayor elasticidad y podrá ser más efectiva a la hora del parto.