La posición en cuclillas es una postura muy buena porque en ella los espacios de la pelvis se abren al máximo, facilitando el descenso del feto, y se relajan todos los músculos del suelo pélvico. Si además, la pareja nos sujeta desde los hombros, relajaremos también la espalda y la zona lumbar.
Ahora bien, si permanecemos mucho tiempo en esta posición, notaremos cansancio en la musculatura de las piernas, y dificultaremos la circulación de retorno venoso de los miembros inferiores. Para contrarrestar estos efectos, podemos sentarnos en un asiento bajito de vez en cuando.
En la postura de cuclillas podemos aliviar también la zona cervical realizando movimientos circulares con la cabeza y el cuello. Así, relajamos todo el recorrido de la columna vertical.
Colocarse a cuatro patas (a gatas) nos va a resultar especialmente confortable si queremos descargar de peso toda la zona pélvica. Al final del embarazo, esta parte del cuerpo está muy congestionada y molesta por el peso que tiene que soportar.
Es frecuente que notemos pinchazos y dolores en la zona del pubis, las ingles y los genitales. Al adoptar esta postura, desplazamos el peso a la zona del abdomen y descargamos la pelvis, favoreciendo también la circulación sanguínea de las piernas. Si además inclinamos la cabeza en dirección al pecho, descargaremos de tensión la musculatura de la columna dorsal y cervical y el alivio será mayor.
En la postura a gatas podemos bascular la pelvis hacia adelante y atrás, a la vez que estiramos y contraemos la espalda. Así ponemos en movimiento todos los músculos de la espalda.