Se dan bastantes casos de fimosis en los niños pequeños, un problema que, por regla general, suele desaparecer por sí solo antes de que alcancen los tres años de vida.
Se llama fimosis al hecho de que el prepucio del niño no puede llegar a desplazarse y cubrir el glande. Existen dos tipos de fimosis: la fisiológica, que no entraña mayor problema ya que el niño puede hacer pipí de forma normal y que poco a poco se va corrigiendo, y la fimosis “normal” que sería más problemática y que contrariamente al anterior tipo, impide que el pipí salga correctamente e incluso que no pueda salir.
Los padres no deberán tomar medidas, ni realizar maniobras, sin antes consultar con el pediatra, ya que el especialista será la persona más adecuada para diagnosticar el grado y decidir cómo se llevará a cabo el tratamiento. Por tanto, no habrá que forzar ni intentar retraer el prepucio de forma manual, ya que, además de servir de poco, el niño sufrirá dolor e incluso heridas sangrantes.
En los niños con fimosis, se recomienda mantener una buena higiene, limpiando siempre el prepucio y el glande con agua y jabón, para evitar infecciones, puesto que en los niños con este problema podrían quedar restos de pipí en los pliegues. Para ello se bajará, siempre suavemente y sin forzar, la piel del prepucio hasta donde sea posible, y proceder a limpiar la zona con cuidado.
Si a partir de los 5 años aproximadamente, el niño sigue presentando el problema, es probable que el urólogo aconseje una intervención quirúrgica, siempre habiendo agotado anteriormente todos los tratamientos que considere oportunos. Pero como decíamos, en el mayor número de los casos no será necesario llegar al quirófano, puesto que es algo que tiende a corregirse sin más de forma paulatina.