Los niños deben aprender a organizarse para hacer las tareas cada día y no esperar a preparar un examen en el día anterior. Para ello, nada mejor que tener una agenda marcada con el tiempo de estudios en donde debe quedar fijado de forma clara el tiempo de dedicación a cada asignatura. El criterio que se debe elegir a la hora de prestar más o menos atención a una materia es la dificultad. Es decir, si un niño tiene facilidad para las matemáticas necesitará menos tiempo de estudio que en otra asignatura que le resulta difícil. Por otra parte, cada día se debe empezar a hacer la tarea por aquello que produce más pereza. Así, el niño se lo quita antes de encima y puede emprender el resto de tareas con energía positiva. En cambio, en general, los niños suelen dejar para el final todo aquello que produce dificultad.
Los padres pueden orientar en momentos puntuales a su niño en algún ejercicio, sin embargo, no deben acostumbrarse a ello ya que los niños deben asumir la tarea del colegio como una responsabilidad propia y no ajena. Además, no pasa nada porque se equivoquen y no hagan bien la tarea ya que así es como se aprende. Por otra parte, los niños también pueden tener un profesor particular durante dos horas o tres a la semana. Una ayuda extra puede venir muy bien y ser eficaz.
Es posible incluso contratar profesores a domicilio a través de algunos centros como Acadomia. Del mismo modo, a través de las bolsas de empleo de la universidad, podrías encontrar algún alumno interesado en dar clases unas horas por semana. Cada día, antes de hacer la tarea los niños deben tener tiempo de merendar y comer su bocadillo porque el esfuerzo intelectual lo requiere.
Imagen: Guía Padres