Es muy frecuente que los niños se contagien y tengan lombrices intestinales, que se derivan debido a la ingesta de los huevos de las lombrices, que se alojarán en el intestino y crecerán dentro de él (se abrirán en un tiempo de entre 2 y 6 semanas), y con el tiempo esas lombrices que han nacido se reproducirán tras haber depositado los huevos en la zona del ano.
El contagio se produce cuando se comen ciertas cosas que llevan esos huevos, como pueden ser las verduras y hortalizas mal lavadas. Aunque no necesariamente tienen que ir en los alimentos, por ejemplo otras causas de contagio podrían ser: llevarse las manos a la boca después de haber manipulado algún juguete u objeto infectado con los huevos, o llevárselas a también a la boca después de haber estado jugando con la tierra del parque, ya que animales como el perro o el gato que estén infestados podrían haber dejado los huevos de las lombrices en la arena.
A simple vista se podría deducir si un niño se ha contagiado ya que hay signos muy evidentes de ello como: rascarse el ano, tener dolor de tripa así como falta de apetito y cansancio, rechinar de dientes, dificultad para dormir, o tener algo de fiebre.
El médico será la persona acertada para solucionar el problema, pero no obstante se pueden tomar algunas medidas como prevención:
– Mantener una buena higiene. Lavarse las manos (sobre todo después de haberse limpiado tras haber defecado) , bañarse diariamente, limpiarse las uñas.
– Hay que concienciar al niño de que aunque sienta picor en el ano, no debe nunca rascarse. Si son pequeños, se le puede ayudar utilizando ropa de una pieza para ponerles las cosas más difíciles para acceder a la zona.
– Cambiar la ropa de cama a diario y lavarla por separado con agua caliente.