Durante los primeros meses de vida, la leche, ya sea materna o artificial, será el único alimento que tomen los bebés. Pero más tarde, cuando se comienzan a añadir a sus dietas otros elementos y ya comen de todo, la leche muchas veces se comienza a dejar olvidada. Esto es un error ya que es un elemento muy importante en su nutrición, ya que aportan proteínas y calcio.
Hasta que no cumplen el año, no se recomienda que los bebés tomen leche de vaca, ya que estas pueden producir alergias (desencadenándose el problema con cólicos, nauseas, y dolor en el abdomen), y por otro lado nos encontramos el problema de los niños que tienen intolerancia a lactosa. Estos problemas se pueden llegar a superar al año aproximadamente, de ahí que no se deba consumir hasta entonces. Hay que tener en cuenta que los niños de entre 1 y 2 años tan solo tomarán leche entera. A partir de los dos años se podrá cambiar a leche descremada o semidesnatada, en casos como por ejemplo la obesidad infantil.
Las dietas ricas en calcio a tempranas edades ofrecerán mucho beneficios, se fortalecerán los huesos (evitando que se fracturen a la mínima), y ayudará también a prevenir en un futuro la osteoporosis (problema que debilita los huesos).
En muchas ocasiones, el sabor de la leche no gusta a los niños, y esto lleva a que a los padres les cueste mucho que se tomen un vaso sin que esto les lleve a una pelea diaria. En estos casos siempre se puede recurrir a intentar camuflar el sabor echando a la leche cacao en polvo, y si aún así sigue habiendo problemas, se podrán recurrir a otros alimentos ricos en calcio como: los yogures u otros postres lácteos, zumo de naranja, queso, etcétera.