La alergia es una respuesta exagerada del organismo ante el contacto con determinadas sustancias. Los ojos son uno de los órganos más frecuentemente afectados por los fenómenos alérgicos; pudiendo perjudicar a uno o ambos. De hecho, se estima que el cincuenta por ciento de los alérgicos sufre conjuntivitis.
La conjuntivitis es una afección que perjudica con más intensidad a los ojos de los niños, produciéndoles picor, lagrimeo y enrojecimiento. Para ellos, es más difícil comprender que no deben frotárselos, pero hay que tener cuidado, ya que estas molestias, si no se tratan adecuadamente, pueden degenerar en otras patologías que afecten a la córnea, empeorando la visión y perpetuando el cuadro sintomático.
Para tratar la alergia, hoy en día se dispone de diversos medicamentos más precisos y sin efectos secundarios. Lo primero es identificar los alérgenos responsables de la reacción y, después, se deben aplicar medidas para evitar la exposición a estas sustancias, además de utilizar medicamentos para reducir los síntomas o prevenir la recurrencia. Pero, lo más importante, es realizar un examen ocular por parte de un oftalmólogo que, junto con un alergólogo, oriente a la persona que padece alergia ocular sobre el diagnóstico y el mejor enfoque terapéutico de su caso.
Nunca se debe automedicar, ya que existen colirios que poseen sustancias contraindicadas en pacientes diabéticos, en niños, en personas con el sistema inmune deteriorado, etcétera, e incluso pueden poseer corticoides o efedrina.
Para reducir los síntomas debemos mantener la casa limpia de polvo, mejor aspirando que barriendo. Resulta apropiado retirar las alfombras, cortinas pesadas, juguetes de lana… y airear el dormitorio todos los días. Además, hay que cerrar las ventanas cuando se corta el césped y se recomienda no tener plantas con flores dentro de la casa. El pelo de los animales domésticos también pueden producir alergias y será mejor evitar su contacto. Y con respecto a la ropa, es preferible usar materiales sintéticos y aspirar los armarios regularmente.
Los alérgicos deben evitar viajar en primavera y otoño, y si lo hacen es preferible ir a zonas de montaña o costeras, pero con escasa vegetación. Los días de viento son más perjudiciales, por lo que se recomienda usar gafas para reducir el contacto con el polen.
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