Algunos de los padres que se encuentran en la situación de tener un niño superdotado, acostumbran a tomar dos medidas: o bien intentan que el niño asista a todo tipo de actividades extraescolares, o bien tienden a camuflar la superdotación y en cierto modo ignorarla con la clara intención de que su hijo no se sienta diferente al resto de los niño para que sufra menos.
Ambas posturas son erróneas. Por un lado, es interesante que el niño haga cosas que le ayuden a desarrollar su inteligencia, pero hay que tener en cuenta aquellas que realmente le motivan, por tanto no valdrá de nada matricularlo en todo lo que a los padres les resulta interesante, sino que habrá que tener en cuenta su opinión. Y por otro lado, no servirá ignorar que el niño tiene ese don, ya que está ahí y pese a que los padres no quieran hablar de ello, el pequeño se terminará sintiendo diferente y sin que nadie le ayude a saber el por qué.
Por tanto, los padres deben motivar a estos niños para que aprendan pero sin que esto suponga una presión. También deberán facilitarle todo aquello que el niño necesite para desarrollar sus capacidades y dejarles hacer, sin estar encima de ellos, aquello que se han propuesto, tarden más o menos (estos niños se marcan sus objetivos, y se sienten gratificados personalmente al conseguirlos, y si los padres le ayudan no será un logro totalmente suyo).
Los padres también deberán ser parte activa de su aprendizaje, interesándose por lo que hacen y aprenden. Y siempre, habrá que crear un ambiente sin tensiones en el hogar que les proporcione la seguridad que necesitan. Ni que decir tiene, que nunca les deberá faltar cariño, atención, y mucho afecto… todo esto son factores que aumentarán su autoestima y les ayudarán a relacionarse con otros niños.