A los tres meses los bebés ya están muy receptivos a todos los estímulos que los padres le ofrezcan, por ello es un momento perfecto para comenzar a jugar con él. Leerle utilizando diferentes entonaciones, cantarle, hablarle despacio y gesticulando, serán cosas que a los pequeños les encantarán.
A esta edad, por regla general, los niños comienzan a tranquilizarse, lloran menos, duermen más horas durante la noche (especialmente aquellos que en su día a día han seguido una rutina y unos hábitos de sueño), por lo que los padres podrán descansar más (aunque esto no se puede generalizar ya que hay niños que no logran dormir “del tirón” hasta los 6 meses, o en el peor de los casos, hasta algunos más). La forma recomendada para dormir sigue siendo la misma que se ha utilizado hasta la fecha, es decir boca arriba.
Su alimento sigue siendo exclusivamente la leche (bien sea leche materna o bien leche artificial). El número de tomas que hace al día puede verse reducida, y comenzarán a regularizar los horarios para ellas.
A los tres meses, será capaz de mantener durante más tiempo la cabeza levantada cuando está boca abajo, e incluso cuando permanece tumbado boca arriba, en ocasiones podrá levantarla durante un breve tiempo. También se pueden apreciar los progresos del control de su cuerpo, dará patadas más enérgicas, o estirará los brazos para alcanzar algo que llamó su atención. Es habitual también, verlos agarrándose las manos y cruzando los dedos.
Todos los sentidos han mejorado a los tres meses, reconoce sonidos y voces, puede percibir detalles más pequeños con la vista (será capaz de reconocerse cuando se le coloca delante de un espejo), y distingue entre las diferentes texturas.
Este momento se considera importante en su sociabilización, el bebé mostrará interés por todos aquellos que se le acerquen y les lanzará sonrisas así como balbuceos para llamar su atención.