Más pronto que tarde, la mayoría de los niños en alguna de esas etapas durante su crecimiento piden a los padres tener una mascota. El perro o el gato son los animales que primero les vienen a la cabeza, siendo ambos los que más cuidados necesitan de las opciones que existen para animales domésticos, y es por ello, que muchos padres se lo piensan dos y tres veces antes de acceder a la petición.
El paso siguiente, cuando parece que los padres ya están convencidos, es decirles a los niños que serán ellos los que cuiden de su mascota, pero hay que tener presente, y suponemos que esto la mayoría ya lo sabe, que finalmente serán los padres quienes se ocupen del animal, y que ellos se limitarán a jugar con ellos (en el mejor de los casos, porque habrá otros pequeños que pierdan el interés por la mascota con el tiempo). Por tanto, antes de tomar la decisión, los padres se deberán plantear si ellos realmente quieren un animal y si tienen tiempo para cuidar de él. El perro especialmente será el que más atenciones necesite, ya que hay que sacarlo a pasear, a diferencia del gato al que le bastará una caja de arena, pero aún así éste también necesitará otro tipo de atenciones, como cepillarles el pelo a menudo en el caso de aquellos que tengan pelo largo.
A la hora de adquirir un animal para los niños, hay que tener mucho cuidado, y sentarse con los pequeños, poner reglas, e incluso hacer un planing en el que ellos participen. Y por supuesto, habrá que hacerles ver, que es un ser vivo y que no se debe tomar el asunto como un mero capricho pasajero.
Una mascota, siempre que los niños se involucren, podría conseguir que los pequeños aprendan cosas como la responsabilidad, y parece ser que muchos de estos niños también adquieren una mayor autoestima.