A veces, según van creciendo nuestros hijos, pasan de ser obedientes a indisciplinados en menos que canta un gallo. No es que de buenas a primeras se nos hayan convertido en unos rebeldes. Se trata, sencillamente, del proceso natural de búsqueda de su identidad y autonomía y, como nos ha pasado a todos, esto puede llevarnos a enfrentamientos contra los mandatos de nuestros progenitores.
No debemos achacarles todas las culpas a los hijos. En ocasiones pretendemos que nuestra familia sea una especie de ejército en el que nuestras órdenes deben cumplirse a raja tabla y sin rechistar. Lo único que conseguiremos actuando de esa manera será dejar de lado los derechos de los hijos y suspender el desarrollo de sus personalidades.
Si nos paramos a reflexionar sobre nuestra dinámica en casa, seguramente logremos mejorar aspectos que nos ayuden a corregir la conducta infantil. Por ejemplo, si no tenemos mucha comunicación, si exigimos demasiado, si no reconocemos los logros del niño, etc. Prácticamente el mal comportamiento infantil se asocia a una llamada inconsciente de atención que no le estamos prestando por estar absorbidos con las obligaciones laborales, la prisa, etc.
Lo ideal es que los progenitores nos mostremos frente al niño con sentimiento de acuerdo y armonía entre nosotros. No es válido que uno adopte una actitud consentidora y el otro la estricta, rígida y sancionadora. Debemos involucrar a nuestros hijos en la relación familiar así como en las normas y tareas del hogar.
Y, por supuesto, nunca debemos dejar de lado el diálogo. La comunicación familiar no debe centrarse exclusivamente para momentos difíciles, sino que debe ser algo normal y cotidiano en nuestro día a día. Así favoreceremos la comprensión entre padres e hijos, estimularemos la reflexión en el niño y contribuiremos a cumplir las reglas que hayamos impuesto para la convivencia.
Tampoco debemos ignorar el comportamiento de los hijos fuera de casa. No es lo mismo lo que sucede dentro del hogar que el comportamiento de nuestros vástagos en el colegio. Es aconsejable ir a hablar con los profesores para evaluar la conducta de nuestros hijos, pues si logramos establecer un plan conjunto, el resultado será mucho más efectivo y nuestros pequeños aprenderán a comportarse de buenas maneras haya donde vayan.
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