Una vez que los padres han detectado que su hijo sufre estrés infantil, deberán comenzar a trabajar en el problema (para ello nada mejor que buscar asesoramiento en un especialista). La idea a grandes rasgos es muy sencilla: hay que devolver la confianza y la seguridad al pequeño, sin embargo pese a su sencillez, el proceso puede llegar a ser duro.
Los padres pueden y deben ayudar al niño que sufre estrés infantil, siendo constantes, pacientes, y positivos. Hay que conseguir que el niño cuente sus inquietudes. Esto en ocasiones no será una tarea fácil, porque lo que primeramente se deberá crear un entorno en el que el niño sienta seguridad y confianza. ¡Ojo!, ser conscientes de que el peque tiene un problema, no significa que para consolarlo haya que comprar regalos, ni que se le deje hacer lo que le venga en gana, al contrario, si algo necesita el niño es un hogar en el que, aunque con mucho cariño, se mantenga una rutina y firmeza en las decisiones que se toman. Sí se pueden ofrecer recompensas cuando se consideren oportunas, que no necesariamente debe ser un juguete.
Escuchar a los hijos es algo primordial siempre, y más aún cuando se presenta este problema. Ligado a esto, estará también el hecho de hablar mucho y con mano izquierda sobre el tema, primeramente dando rodeos, hablando de cualquier otra cosa que se sepa que interesa al niño, para que, cuando el pequeño se haya soltado en la conversación, los padres puedan abordarlo poco a poco con preguntas sobre su estado de ánimo. La idea es que finalmente el niño llegue a explicar cuáles son sus inquietudes y sus miedos.
Los padres también deberán prestar especial atención a lo que ven los niños en la televisión. Si un niño tiene estrés infantil, es importante que se eviten programas que puedan causarles miedos o ansiedad.
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