El recién nacido es una caja de sorpresas, por lo que dará a los padres muchas alegrías y también algún que otro susto.
Otra de las cosas que terminan preocupando a los padres, es que sus pequeños después de comer o al echar los gases regurgiten la leche. Algunos echarán un poquito y otros en cambio pueden llegar a echar grandes cantidades de la leche que acaban de tomar.
Esto, si es poca cantidad, también es algo muy normal, que en mayor o menor medida le ocurre a la mayor parte de los bebés. La regurgitación ocurre simplemente porque el sistema digestivo de los recién nacidos aún está inmaduro.
La regurgitación o el reflujo, hay que distinguirla del vómito puesto que esto último ya no es algo normal si ocurre de continuo y habrá que consultar el tema con el pediatra. La diferencia es clara, mientras que lo primero ocurre de forma espontánea (normalmente al eructar después de comer) y en pocas cantidades, lo segundo requerirá un esfuerzo por parte del bebé, las cantidades serán mucho mayores, y el pequeño sentirá malestar antes y después del vómito.
Será casi imposible evitar los reflujos, pero se pueden tener en cuenta factores como: mantener una buena postura en el momento de las tomas, no moverlos demasiado después de haber comido, evitar ropa apretada mientras comen, colocar al bebé en posición vertical nada más acabar la toma, ofrecerle las tomas antes de que llegue a estar muy hambriento, etcétera. Para aquellos que estén con lactancia artificial, pueden tener en cuenta que existe en las farmacias leches especiales para este problema.
Este problemilla desaparecerá a medida que madura el sistema digestivo del bebé, y entre los 6 y los 9 meses, por regla general, terminará remitiendo.
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