Cuando los padres descubren que su hijo sufre una depresión, lo primero que hacen es llevarse las manos a la cabeza y se sienten culpables por ello, llegando a pensar que son malos padres y que no son capaces de hacer feliz a su hijo. Hay que quitarse todas esas ideas de la cabeza y pensar que a partir de ese momento hay que actuar para poner remedio al problema, eso sí, siempre con mucha paciencia.
Una vez los padres se aseguren de que se trata de depresión, deberán tomar medidas. Por un lado consultar qué hacer con un especialista será la mejor opción a tomar de entrada, y será él el que oriente a los padres y marque las medidas a tomar. Por regla general, se aconsejará:
– Evitar las situaciones de estrés. Si el niño durante el día tiene un horario muy ajustado entre el colegio, las actividades, y las tareas, quizás sea necesario quitar algunas para que no tenga que estar todo el día con el reloj en mano y para que tenga tiempo para él mismo y para los juegos.
– Hacer cosas con él que le entretengan. Si el niño se mantiene ocupado con algo que le divierte, será más fácil que no le dé vueltas a otras cosas.
– Hablar con ellos. Es importante llegar a los hijos para que, en los casos en los que no sea así, cuenten a los padres cuál es el motivo de su estado. Prestarle más atención, jugar con ellos, hacer cosas juntos, son algunas formas de que los niños se acerquen más a los padres y les cueste menos hablar.
– Mantener rutinas. Todos los niños necesitan tener una rutina diaria, es una forma de sentirse seguros, y si ha habido cambios en su vida, se les demostrará que todo sigue igual que antes. La rutina diaria reconfortan a los niños, y les guían en su día a día.
Hay muchos libros de psicología infantil que los padres pueden leer y que les resultarán muy útiles para abordar la depresión infantil.
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