Si hasta ahora la mujer no ha engordado demasiado, en este mes eso cambiará sin duda, y es que, el feto en esta etapa aprovechará para dar un último estirón (puede coger hasta 200 gramos semanales) antes de ver la luz.
En la semana 37 se considera que el feto ya está preparado para poder vivir fuera de su madre, los que más han tardado en desarrollarse, es decir sus pulmones, ya están listos para funcionar en el exterior. Por tanto, a partir de ese momento (la semana 37) los padres deberán estar preparados para lo que pueda ocurrir, aunque es posible que ese día tan esperado no llegue hasta la semana 42.
A estas alturas el feto tendrá bastantes dificultades para moverse, y debido a su gran tamaño no le quedará otra que mantenerse flexionado… y si aún no lo ha hecho se colocará cabeza abajo para prepararse para el parto (esto no ocurre en todos los casos). Su piel empecerá a adquirir el color rosita característico de los bebés, y el lanugo, que hasta hace poco recubría todo su cuerpo, desaparecerá.
El intestino del bebé estará lleno de meconio que será lo que expulsará el bebé en las primeras deposiciones, por ello el color de éstas son de un color tan oscuro.
Como decíamos, en este mes habrá que pensar en tener todo preparado para el esperado acontecimiento, aunque siempre sin obsesionarse con ello. No obstante, en las revisiones el especialista orientará a la mujer y le informará de como va evolucionando y de si falta poco o mucho para el parto (siempre teniendo en cuenta que esto no es totalmente fiable ya que el parto no es predecible).
En el noveno mes de embarazo el feto medirá alrededor de los 50 centímetros y pesará entre 3 y 3, 5 kilogramos (estos datos son orientativos).
Foto obtenida de: xtimeline.com