Si la lactancia materna no es posible o bien, si la madre simplemente no ha optado por ello, las leches artificiales serán la alternativa. Estas leches están pensadas para ofrecer a los bebés todo lo que necesitan y para que crezcan sanos. La principal ventaja de que el niño tome biberón, es que el padre podrá también podrá participar en la alimentación de su hijo.
Las leches artificiales van numeradas, y correspondarán a una determinada etapa del bebé. La número 1 será la que se ofrezca a los recién nacidos, y se para al número 2 a partir del sexto mes.
Marcas y tipos de leches artificiales hay muchos, así como precios, y no hay que equivocarse, no todas son iguales, siendo algunas más similares a leche materna que otras, y por tanto más recomendadas. Las más avanzadas incluirán es su composición ingredientes que seguirán el modelo de la leche materna.
Al igual que ocurre con la lactancia materna, el biberón se ofrecerá al niño a demanda, es decir, cuando el bebé tenga hambre. Esto supone en muchos casos tirar mucha leche, ya que no se puede estar totalmente seguro de que lo que le ocurre al pequeño es hambre, y es posible que cuando se le acerque el biberón simplemente se duerma. En estos casos no se deben guardar los restos para ofrecérselos después. A medida que el niño crece irá regulando los ritmos de horarios de comida y será más fácil controlar las cantidades y el número de tomas.
Para preparar un biberón correctamente se echará 1 cacito raso por cada 30 ml de agua, es importante que la cantidad sea la justa para evitar problemas en los pequeños. Antes de dárselo hay que tener cuidado y comprobar que la temperatura es idónea, y nada más acabar la toma, habrá que incorporar al niño para que expulse los gases.
Foto obtenida de: mommygoesgreen.com.