A la mayoría de los bebés les encanta meterse y chapotear en el agua, ya sea en la piscina, en el rio o en la misma bañera de casa. Sin embargo, hay otros que se resisten al baño, o incluso algunos que en, aun habiendo disfrutado mucho de esos momentos anteriormente, llega un día en el que comienzan a resistirse hacerlo.
El hecho de meterse en el agua puede llegar a convertirse en una verdadera pesadilla, las rabietas, los llantos, las pataletas, o los intentos de escapar de allí, serán algunas de las medidas que ellos tomarán para evitar a toda costa bañarse. Por regla general, con el tiempo y con paciencia el pequeño superará el temor. Para ayudarlo, los padres deberán evitar ponerse nerviosos, enfadarse o gritarles, ya que esto tan solo empeorará la situación. Lo mejor será hablarles con tono pausado, explicarles lo divertido que es darse un baño, enseñarles a jugar en el agua, e incluso el padre o la madre puede meterse en la bañera con el niño para que él vea que no pasa nada.
No hay que obligarlos ni atosigarlos para que entren en las piscinas, ríos, playas, etcétera (el baño diario de casa como es lógico es necesario), lo mejor es dejarlos y que sean ellos los que finalmente decidan entrar en el agua… si ven a otros niños o a los padres que se divierten dentro, lo más probable es que pronto se animen a dar el paso.
Aunque sean pequeños y parezcan que no entiendan, se les explicará igualmente que el agua es un medio divertido, en el que pueden jugar y pasar un buen rato. En los casos más extremos habrá que conformarse con hacer baños rápidos, para ayudarles a superar los miedos, que se irán prolongando a medida que el pequeño vaya tolerando el agua.
Foto obtenida de: thefireinsider.com.