Los cambios que se producen durante la gestación hacen que nuestra piel y nuestro sistema circulatorio se vean modificados, dando lugar a estrías y varices. Son marcas muy antiestéticas y, en el caso de las segundas, incluso pueden comprometer nuestra salud. Por eso es realmente importante intentar prevenirlas y mitigar al máximo su aparición.
El aumento de peso durante la gestación produce un estiramiento de la piel y la rotura de las fibras elásticas; entran en acción las estrías. Se trata de bandas o franjas que incialmente son de color rosáceo y que luego pueden adquirir un aspecto rojizo-violáceo, para finalmente volverse blancas.
Aunque podemos conseguir que pasen más inadvertidas, los expertos están de acuerdo en que, una vez que salen, no desaparecen. Por eso es importante lograr el control de su formación y evitar, dentro de lo posible, que su aparición sea descontrolada.
Las varices suelen aparecer en el emabarazo porque el aumento de la presión ejercida por el útero hace que la circulación se resienta. Además, sobre este incremeno de presión contribuyen otros factores como son que la cantidad de sangre aumenta aproximadamente un litro en las mujeres gestantes y que las hormonas del embarazo relajan las fibras presentes en las venas. Así, la capacidad de establecer un retorno eficaz de la sangre al corazón hace que se formen estas dilataciones venosas.
No tienen por qué ser dolorosas, aunque suelen acompañarse de cansancio o pesadez en las piernas, que es donde más frecuentemente aparecen.
La genética es un factor de riesgo muy importante, así como trabajar en una postura fija durante un tiempo prolongado, el exceso de peso o la edad.
Si nunca has tenido varices hasta el embarazo, tu pronóstico es mejor y se reducenal cabo de tres o cuatro meses tras el parto, e incluso acaban por desaparecer. Eso sí, si tienes tendencia a padecerlas, pueden empeorar con embarazos posteriores a medida que pasen los años.
Además, en algunas ocasiones (sólo en casos severos) pueden producirse complicaciones agudas como son el estallido, la trombosis o la aparición de úlceras, ante las que habrá que consultar con un médico cuanto antes.
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