Tu pediatra te indicará la fórmula alimenticia idónea para la correcta alimentación de tu hijo y también las cantidades y la concentración de fórmula que se deben utilizar. Recordad que cada niño tiene su propio requerimiento energético y que si le damos el alimento muy “aguado” o por el contrario muy concentrado podemos perjudicarle.
Todos los utensilios que se van a usar en la toma con el biberón se deben limpiar muy bien. La limpieza ha de ser concienzuda y se debe realizar inmediatamente después de la toma, ya que será más fácil antes de que la leche se reseque. Los lavaremos con agua caliente y jabón (ya que hay productos específicos para esta tarea) y utilizaremos un cepillo para biberones que sirve para quitar los restos de leche pegados a las paredes de la botella.
Lo enjuagaremos bien todo y finalmente lo secaremos (con un trapo que se use sólo para este fin) y lo dejaremos correctamente guardado hasta la siguiente toma.
Cuando se utilizan por primera vez y después de cada toma durante el primer mes de vida del bebé es conveniente esterilizar el biberón y el resto de elementos que lo acompañan. Así evitaremos el riesgo de contaminación con bacterias, que pueden provocar problemas como la diarrea.
Después lo haremos a diario y, sobre los cuatro meses, semanalmente, para acabar con todos los gérmenes periódicamente. El método más socorrido es el de la esterilización mediante calor. Consiste en poner los biberones, tetinas, tapas… en una olla llena de agua y mantenerlos en ebullición durante unos 15 minutos.
También podemos utilizar otros métodos como los esterilizadores eléctricos específicos para biberones, que son cómodos y de fácil manejo, o esterilizadores para microondas. Por último, podemos recurrir a métodos de esterilización química, siguiendo estrictamente las instrucciones del fabricante.
Imagen: thedailygreen