Es habitual que los padres hablen de lo mal que comen los hijos y de lo que les cuesta que coman de todo. Efectivamente, en muchos casos resulta una verdadera batalla conseguir que un niño se termine un plato de algo que no les gusta, y por regla general las verduras y las frutas son las que suelen quedar peor paradas.
Está demostrado que el éxito para conseguir que los niños tengan buenos hábitos de comida se consigue si se le ha educado el paladar desde bebés. Es más fácil que cuando son muy pequeñitos ellos lo prueben prácticamente todo, y ese es el momento de aprovecharse de la situación. A partir del año, ya pueden comer casi cualquier alimento, por tanto, hay que ofrecerle todo lo posible (obviamente hay comidas especialmente fuertes que se pueden evitar). Si el niño desde temprana prueba diferentes sabores o texturas, y se acostumbra a comerlas habitualmente, será mucho más fácil que de mayor no las rechace.
Es lógico que el bebé de entrada llegue a rechazar determinados alimentos, pero es cuestión de insistir, pero ¡ojo!, con esto no queremos decir que haya que forzar al niño a comerlos, sino que si un día tan solo se moja los labios y ya se resiste a seguir, lo dejaremos pero volviendo a ofrecérselo durante los siguientes días… es cuestión de tiempo que al final coma y le termine gustando aquello a lo que tanto se ha resistido de entrada.
Por tanto, la constancia y la paciencia serán dos factores muy importantes para educar el paladar de los hijos. Se puede conseguir que un niño coma de forma saludable, principalmente, como ya decíamos, si se le acostumbra desde pequeñito.
Foto obtenida de: babystepz.com.