Terminemos con las pautas para intentar instaurar la conducta prosocial en los pequeños:
Explícale los beneficios de ayudar a los otros: es fundamental que tu hijo se sienta motivado en todo aquello que realice. Por eso, debe saber que hacer cosas buenas para otras personas le aportará beneficios a nivel social y personal (como la sensación de satisfacción consigo mismo). También tienes que explicarle que los beneficios sociales no son inmediatos y, es más, que no siempre suceden.
Plantéaselo como una elección y no como una obligación: actuamos mucho más a gusto cuando sentimos que nosotros somos los que hemos “decidido” llevar a cabo un comportamiento y no cuando nos han “obligado” a hacerlo. Hazle ver que no tiene la obligación de ayudar a los otros, pero que, sin embargo, es una conducta muy buena y deseable.
Refuerza sus conductas prosociales: los mejores refuerzos son los de tipo social, como es el caso de los halagos, de los reconocimientos por la buena conducta, los besos y abrazos, los gestos de aprobación como una sonrisa, etcétera.
Alértale sobre la gente que se aprovecha: tu hijo debe saber también discriminar a quién otorga su ayuda y su tiempo. Por eso, hazle ver que, si bien en un principio es bueno que intente ayudar a los demás, debe aprender a regular su nivel de implicación con los otros según éstos respondan a sus gestos prosociales.
Ofrécele a tu hijo que se apunte a algún voluntariado o actividad en la que la tarea principal que deba desarrollar sea ayudar a otras personas, de forma ajustada a su edad. Además de poder desarrollar su conducta prosocial, establecerá contacto con otros niños que también lo hacen, aumentando la cantidad y calidad de sus redes sociales. Los voluntariados ofrecen experiencias que no se olvidan nunca.
Imagen: stonehallresidents