No cabe duda, la primera estancia de la casa que preparamos para la llegada del bebé es la que será su habitación. Pintamos las paredes según la decoración y los muebles que hemos escogido, compramos sus primeros juguetes, elegimos cuidadosamente la ropa de cama y así sucesivamente: un sinfín de preparativos con la única intención de hacer de esta estancia un lugar agradable para nuestro hijo. Pero, ¿y la seguridad?
Un primera medida, que quizá no se suelen plantear los padres, es la de escoger una pintura adecuada para las paredes, puesto que está demostrado que muchas de ellas poseen componentes tóxicos que pueden perjudicar a los recién nacidos. Existen en el mercado muchos tipos de estos productos que son especiales: sin olor e hipoalergénicos, es decir, tienen un riesgo muy bajo o casi nulo de producir una reacción alérgica. Algunas de estas pinturas, incluso poseen una certificación ecológica que otorga la Unión Europea.
Otro factor de riesgo al que hay que prestar atención en el dormitorio suele ser la cuna. Para asegurarte de que es la adecuada, basta con que compruebes que cumple con la normativa establecida, esto es, que la distancia entre los barrotes esté entre los 4,5 y los 6,5 cm, para que el niño no pueda introducir su cabeza entre ellos.
También hay que evitar que haya puntos de apoyo que puedan permitir al niño trepar por dichos barrotes o saltar por encima de la barrera de la cuna. Por supuesto, al menos dos de las ruedas han de poder bloquearse para que no se desplace, y hay que instalar un protector o chichonera en los laterales y en el cabecero para evitar posibles golpes cuando el bebé se mueva mientras duerme o en el momento en el que juegue dentro de la cuna.
Cuando los niños cumplen los dos años, suele llegar el momento en el que pasan de la cuna a la cama. A la hora de elegir esta última, opta por un modelo que no sea demasiado alto, con un cabecero sencillo, a poder ser sin barrotes, y que no tenga esquinas puntiagudas con las que tu hijo pueda golpearse; y es que no debes olvidar que uno de los juegos favoritos de los más pequeños es saltar en la cama. En este sentido, también es aconsejable que, durante los primeros meses de tu hijo en la cama, utilices una barandilla protectora en los laterales para evitar caídas mientras duerme.
Tanto en el caso de la cuna como en el de la cama, elige un colchón de dureza media que se ajuste perfectamente a la estructura y que no deje huecos libres, para que el pequeño no pueda meter en esos espacios los bracitos, las piernas o, lo que es aún peor, la cabeza.
Con el dormitorio del bebé sucede lo mismo que con sus juguetes o con otras habitaciones de la casa, es decir, habrá que ir adaptándolos según vaya creciendo para que los posibles riesgos que surjan no nos quiten el sueño y sigan siendo siempre igual de divertidos, en el caso de los juguetes, y de seguras y confortables, en lo que a las habitaciones de la casa se refiere.
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