Hoy en día es raro el niño que no se emociona ante la idea de ponerse ante la pantalla del ordenador o de la tele, en el caso de las consolas, y disfrutar de ese videojuego que está de moda. Esto no es malo (siempre que se controle el tiempo y el juego sea el adecuado), pero para muchos padres, algo que para ellos tan básico como “me voy a divertir”, supone que se preocupen y no estén del todos seguros si deberían dejarlos.
Los videojuegos están ahí, tan solo hay que saber hacer buen uso de ellos. Es habitual escuchar a los padres quejarse de lo violentos que son y, es cierto que muchos de ellos llevan la violencia a extremos, pero antes de quejarse de esto, hay que leerse la caja del videojuego. En ella se precisa qué edad es la adecuada para que el niño juegue a él. Por tanto, antes de llevarnos las manos a la cabeza, siempre es mejor informarse.
Como decíamos, los videojuegos están ahí, y probablemente el niño haya oído hablar de un juego súper chulo que salió hace dos días, y que el hermano de su compañero de pupitre ya tiene. El videojuego se llama X y él lo más probable es que lo quiera. ¿Qué hacer entonces?
La respuesta es sencilla, si es momento de comprarle un regalo al niño y se va a optar por un videojuego, antes de hacerlo hay que coger la caja del juego y leer toda la información que ofrece. Parece que no, pero ahí está: la edad recomendable, si es violento, si tiene algún punto sexual, si utiliza un lenguaje soez, si se puede jugar en línea (y por tanto si puede chatear con otros jugadores)… y un largo etcétera. Todo esto, se recoge en unos iconos de temática (dividida en conflictiva y clasificación), en la parte delantera de la caja. No obstante, ante cualquier duda, siempre es mejor preguntar a un dependiente, antes de comprar.
Imagen: Samuel Mann.