No podemos zanjar el tema del calzado infantil sin haceros hincapie en las 10 claves a tener en cuenta:
- El zapato ha de ser cómodo de poner y quitar (con cierres de velcro, por ejemplo). El niño tiene que introducir el pie sin obligarle a exagerar la postura. Las hebillas, los cordones u otro tipo de cierres son los que ajustarán la anchura.
- No debe ser ni pequeño, ni grande. Tan malo es un zapato que aprieta como uno de una talla muy superior a la del niño, que no le proporciona sujeción.
- El calzado debe ser una prenda personal e intransferible. A cada niño, su zapato. Por tanto, nada de heredar los zapatos de los hermanos mayores, que ya estarán adaptados a la anatomía de sus pies.
- Los zapatos son sólo para unas horas del día, al llegar a casa hay que ponerse cómodo y usar un calzado que permita a los pies estar más libres y frescos.
- Tenemos que revisar el interior del calzado a diario, antes y después de ponérselo a nuestro hijo. Así observaremos si se ha producido algún “doblez” en los materiales, cualquier tipo de desperfecto o si tiene piedrecillas o tierra acumuladas.
- Lo ideal es que el niño alterne el calzado, evitando llevar el mismo zapato durante varios días.
- Los calcetines pueden estropear el “buenhacer” de un calzado correcto. Por tanto, también deben ser cómodos y transpirables.
- En verano cuidaremos de no elegir zapatos demasiado abiertos y sin talón. Unas sandalias con una tira detrás, serán una buena opción.
- El niño crece muy deprisa, así que debes comprobar la talla de los zapatos, como máximo, cada tres meses. Renueva su calzado cada vez que él lo necesite.
- La estética también es importante, pero los zapatos infantiles, cuanto más sencillos, mejor.
Imagen: pequelia
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